A priori parecía una feria americana común. Había ropa, masas dulces, carteras y adornos de todo tipo. La mayoría de los elementos eran usados, aunque estaban en muy buen estado, y se vendían a precios realmente económicos. Lo raro era que todo estaba montado entre las imágenes de santos que forman parte del Patio de los Apóstoles, ubicado al lado de la Iglesia Catedral, y que para atraer al público no se ahorró, ni siquiera, en el equipo de sonido. Así se desarrolló la Primera Feria Parroquial, que estuvo organizada por un grupo de 40 miembros de la Acción Católica de esa iglesia, con el fin de juntar dinero para viajar a una asamblea que se realizará en Luján (Buenos Aires), en agosto próximo.
“¡Pase, vea!”, gritaba a través de un micrófono uno de los jóvenes vendedores y comenzaba a anunciar el listado de elementos que se podía comprar y sus respectivos precios. Mientras tanto, el sonido del campanil anunciando la hora se mezclaba con la música reggae que se oía a través de los parlantes.
Los mesones cubiertos de mercadería estaban colocados justo a los pies de las imágenes. Y la amalgama entre la feria y el espacio era tal que en la mano de uno de los apóstoles se podía ver colgado un llamador de ángeles rosado, que hasta tenía un cartel que anunciaba su precio, 10 pesos.
Entre las ofertas se vio también ropa de todo tipo, como chalecos, pantalones y pulóveres y accesorios, como carteras y bijouterie. Además había diversos adornos para el hogar, elementos de bazar y delicias como budines y pastafloras caseros. Otros vendedores agudizaron más su ingenio. Entre ellos estaba Belén que, como no tenía qué vender, se las rebuscó y ofreció el servicio de pintar diversas imágenes en la cara o en las manos a sólo 5 pesos.
“Decidimos buscar cosas en nuestras casas, claro que la condición fue que estuvieran en buen estado. Siempre hay algún regalo que no se usó o elementos que están de más”, contó Iván Rey, uno de los vendedores. Y agregó que “todo el esfuerzo vale. Ya nos queda poco dinero por juntar, porque también hicimos otras cosas, como rifas y ventas de empanadas”.
Para animar a la gente a acercarse, un par de payasos recorrió la plaza e invitó a visitar la feria a todo el que estaba paseando. De paso entregó folletos en los que se ofrecía información sobre el valor que hay que darle a la vida. Esa promoción, tanto ruido y los carteles coloridos que los jóvenes colgaron en las rejas que rodean el Patio de los Apóstoles atrajeron a los comprados. Como consecuencia, tras dos horas de actividad, el grupo ya había vendido gran parte del material que había llevado.

