San Juan, 20 de octubre.- A la familia Pérez le salió todo al revés. Porque ni siendo pesimista podría haber imaginado que ocho meses después de haber dejado todo para buscar un futuro mejor en Perú, necesite ayuda para regresar a San Juan debido a que su objetivo se truncó a partir de una estafa de la que fue víctima.

Sergio Pérez (32), junto a su esposa Débora (35) y sus hijos Alexander (12), Lourdes (9), Luana (6), Yovana (4) y Alan (1), decidieron en febrero pasado dejar todo en San Juan para instalarse en Lima y comenzar una nueva vida. Vendieron su casa de Rawson, un auto y otros objetos para recaudar dinero y partir. Emprendieron viaje y antes de llegar a Perú, más precisamente en el Norte chileno, tuvieron el primer inconveniente. Una casa de cambio les dio menos Soles (moneda peruana) que los que les tenían que dar y terminaron perdiendo unos $40.000 pesos argentinos.

Al llegar a la capital peruana, se instalaron en un departamento de la localidad de Puerto Libre. Arreglaron un contrato por un año y Sergio encontró trabajo en un lavadero de autos. Hasta ese momento, todo estaba saliendo casi como lo planearon, pero con el correr de los días la situación para la familia sanjuanina iba a complicarse.

Cuando se cumplió un mes de alquiler, el dueño del inmueble les cobró a los sanjuaninos, pero como Sergio aún no recibía su primer sueldo en su trabajo, se hizo imposible y comenzaron los problemas. Hubo amenazas de desalojo y discriminación por parte del encargado del departamento, ya que trató a la familia de “ilegales”. El hombre intentó negociar porque, según comentó a DIARIO DE CUYO ONLINE, “en el contrato figura que a los dos meses y 15 días de haber alquilado y no pagar, recién tienen derecho a desalojarnos. Pero sólo pasó un mes y yo en ese momento no había cobrado todavía”.

Pese al esfuerzo por intentar arreglar las cosas, la embestida contra la familia sanjuanina obligó a que Sergio renunciara a su trabajo para proteger a sus queridos. Y fue así que un día salieron a dar una vuelta y cuando llegaron se encontraron con el departamento encadenado y con candados que les impidió pasar. Hicieron la denuncia correspondiente por desalojo, pero nadie dio la cara y tuvieron que resignarse e irse, dejando hasta sus muebles y artefactos eléctricos adentro de la propiedad.

Esa noche, el matrimonio sanjuanino junto a sus cinco hijos desafió al frío y se instalaron en una plaza hasta que policías de la zona se solidarizaron con ellos y los albergaron hasta el otro día en una comisaría. Luego, al otro día, consiguieron quedarse en un hotel alojamiento, donde permanecieron por dos meses en una habitación pequeña y con pocos recursos.

A todo esto, los chicos más grandes comenzaron con irregularidades en el colegio, producto de la difícil situación que atravesaba su familia. Sergio pidió ayuda en la embajada argentina pero no tuvo éxito y fue hasta el consulado. Allí tampoco tuvo la solución esperada, aunque los derivaron a un instituto de rehabilitación para adictos de drogas, donde estuvieron algunos días. “En ese lugar estaba yo por un lado y mi familia por otro. Vivimos momentos muy duros porque ahí hay gente con serios problemas”, relató el sanjuanino.

Volvió al consulado y obtuvo la misma respuesta negativa. Pero estando en la puerta del edificio, fueron contactados por una mujer que había conocido en el colegio de sus hijos y los llevó hasta una casa de estudiantes (algo similar a lo que es El Palomar en San Juan), donde ya cumplieron tres meses. Viven en una habitación las cinco personas y no pagan impuestos ni alquiler. Sergio empezó a trabajar en un restobar, pero su sueldo alcanza con lo justo para cubrir las necesidades básicas de su familia.

Hace unos días esta familia sanjuanina, que protagonizó una verdadera odisea en Perú, decidió regresar a San Juan y empezar de cero. Pero para eso necesita la ayuda de todos. Solicitan 2 mil dólares para poder arreglar las visas y comprar los pasajes vía terrestre hasta Mendoza. Aquellas personas que deseen colaborar pueden comunicarse con Sergio a su celular: 981091156, o a un telefóno fijo del albuergue en el que están: 0054-2624164.

“Nos salió todo lo contrario a lo que pensábamos. Realmente la pasamos muy mal y hasta perdimos todas nuestras pertenencias cuando nos estafaron. Ahora queremos volver a San Juan principalmente para que mis hijos comiencen el año que viene el colegio allá, porque acá ya lo perdieron”, expresó Sergio con la voz entrecortada por la tristeza que atraviesa, y agregó que “el día que llegue a mi provincia empezaré de cero, porque esta experiencia no me salió bien y porque prefiero seguir viviendo como antes, con problemas cotidianos, pero con tranquilidad”.