No había escenario y la gente estaba apostada en el césped. Nadie sabía a ciencia cierta qué iba a suceder antes de comenzar la función de gala adentro del teatro. Por eso, el espectáculo que se montó en la Plaza del Bicentenario a modo de previa de la presentación de Carmina Burana, fue un impacto por donde se lo mire. A la muñeca gigante, de más de 10 metros de altura, que caminaba entre la gente a medida de que cambiaba de color, se sumó a los murgueros que mostraron todas sus destrezas. Mientras que los integrantes del grupo Metabombo lograron que hasta las reposeras se estremecieran. Así quedó inaugurada la plaza y también el teatro.
Fueron unos 150 artistas los que protagonizaron este espectáculo, que fue un azotazo a los sentidos. Los cuerpos contorcionándose, los bombos a punto de estallar y las imágenes que se proyectaron en la pared del arco de ingreso del teatro, mantuvieron a la gente expectante.
El inicio fue pasada las 21,30 con la llegada de las autoridades. Tras el descubrimiento de la placa y los discursos de rigor, empezó la fiesta. Si bien no se sabía de antemano qué iba a suceder, el conductor del acto anunció en varias oportunidades la aparición de la Gigante. Y por eso pidió a quienes estaban sentados en el césped, que se pusieran de pie. Aún así muchas personas, sobre todo las que estaban en la calle, no pudieron observar lo que sucedía adentro de la plaza.
La que no pasó desapercibida fue la Gigante, una marioneta que La Fura Dels Baus suele llevar a sus giras. La enorme mole que cambiaba de color, avanzó entre la gente como haciendo punta a la cultura. Mientras que los murgueros y percusionistas se apostaron en las rampas para que se pudiera ver mejor sus destrezas.
Las luces volvieron a apagarse y la percusión cesó. Algo que sorprendió nuevamente a los espectadores. Entonces, la pared del arco de ingreso del teatro se transformó en una pantalla gigante. Así se pudo disfrutar de un mapping moldeado a la medida de ese muro. Lo que se vió por casi 15 minutos fue un relato visual de la génesis de la cultura y el repaso de los elementos culturales sanjuaninos. Se vio desde la cordillera hasta la Pampa del Leoncito. Los parrales, las uvas y hasta los cactus y el viento Zonda. Un cóndor sobrevoló el arco y desplegó sus alas para darle paso a la trama del poncho sanjuanino que se fusionó con una explosión de color rojo que simbolizó al vino. Bailarinas que recorrían el muro y manos entrelazándose despertaron los aplausos del público. Pero esto no fue todo. Bailarinas danzaron por los aires en una demostración de acrobacia aérea para dar fin al espectáculo callejero.
