Los celulares se mezclaron entre las vasijas de arcilla. La bandera celeste y blanca se entrelazó con el paño de siete colores que representa la comunidad huarpe sanjuanina. Mientras algunas mujeres terminaron de tejer al telar, un par de muchachos instalaron una computadora y una pantalla gigante en el patio de la casa de Nardo Morales. A la hora de formar el círculo, no importó si el apellido era Talquenca o García. Mucho menos cuando los chicos enseñaron a los más grandes, el ritual de saludo al sol. Una mezcla de costumbres, culturas, tradiciones. Esto es lo que se vivió ayer en la ruta 20 a la altura del kilómetro 528, cuando más de 500 personas celebraron el Día del Indio Americano. La cantidad de gente fue récord.

En el festejo del 2009 la cifra llegó a 200. Esta es la tercera vez que las comunidades huarpes locales organizan una fiesta para celebrar el día en el que se reivindican los derechos de los pueblos originarios de América. Esta vez la unión de culturas y pueblos fue más que notoria que en las otras celebraciones. La cantidad de descendientes de huarpes era casi igual que la del resto de gente que se arrimó a la ceremonia para ver de qué se trataba. Las combis que transportaron pobladores de distintos parajes de la provincia, como Las Lagunas de Guanacache o Punta del Médano, se entremezclaron con las 4×4 de algunos turistas curiosos que pararon en el lugar para ver qué estaba sucediendo.

Justo al costado de la ruta, un sol enorme elaborado de totora, parecía dar la bienvenida a los que llegaron al puesto de los Morales. A pocos metros había una exposición de artesanías en arcilla y mantas tejidas al telar. No faltó el patay y las tortas fritas. El aroma de locro se mezcló de inmediato con el de los pollos que estaban asando a la parrilla. Y fue moneda corriente ver a algunos descendientes de huarpes tomando fotografías con sus celulares.

"Buscamos la integración, además del respeto como pueblos originarios. Estamos todos en una misma sociedad y aunque pretendamos conservar nuestras costumbres, no queremos hacerlo separándonos del resto", dijo Sergio Morales, cacique de la comunidad Sawa, una de las dos que tienen personería jurídica en la provincia. Aunque la unión de culturas y creencias comenzó en la mañana bien temprano cuando un grupo de descendientes de huarpes, pasó por la Catedral y el padre Rómulo Cámpora salió al atrio a bendecir la bandera de la comunidad. De la ceremonia participaron comunidades aborígenes de San Luis, Mendoza y Córdoba.

Este año, fueron los adolescentes y los niños los encargados de contarle a la gente cómo se hacen algunos de los rituales que antaño realizaban los huarpes. Todo comenzó con el Saludo al Sol. Es que estas comunidades se autodenominan "hijos del Sol". Una veintena de chicos de entre 10 y 18 años se juntaron bien temprano para armar el ritual. Hicieron en el piso, una cruz de piedra, para marcar los puntos cardinales. En el Este colocaron una manta y un bastón para simbolizar sus antepasados, en el Norte, el fuego, en el Oeste, alimentos y en el Sur, una vasija con agua. Luego explicar qué significaba todo esto, los chicos empezaron a levantar las manos, saludando al Sol, para luego terminar dando gracias a la tierra, Pachamama, por todos los frutos recibidos. Aunque mucha de la gente que estaba allí, nunca había participado de un ritual de este tipo, no tardó en acoplarse a la propuesta. Todos terminaron haciendo una danza alrededor de las ofrendas. Para luego degustar un locro que desde muy temprano, varias mujeres habían empezado a preparar.