Fueron hasta el otro extremo de la isla Gran Malvina, llegaron al estrecho de San Carlos, donde se produjo el desembarco inglés en 1982 y se pararon del otro lado de la historia, el día antes de emprender el regreso a San Juan. La guerra tuvo caídos de los dos lados y por eso ayer, los 25 excombatientes sanjuaninos decidieron rendir un homenaje a los que hace 34 años fueron sus adversarios. Rezaron, observaron las lápidas grises y los nombres que estaban inscriptos en ellas, caminaron por el lugar e íntimamente algunos pidieron perdón a quienes en ese momento habitaban las Islas y sufrieron los azotes de la guerra.Fue como pararse en el otro lado.
br>No sólo fueron al extremo opuesto desde donde desembarcaron los argentinos (esa travesía la hicieron hace unos días). Fue mucho más que un traslado geográfico. Por unos momentos se pusieron en los pies de esas madres y esposas que perdieron a sus hijos o maridos, tal como sucedió del lado argentino.

La imagen no fue usual, ni tampoco esperada. Pero un veterano dijo que el verdadero combatiente sabe pedir perdón y rendir homenaje al enemigo caído. La idea de rendir este tributo ya la traían de San Juan, y tras un viaje de 3 horas, pudieron hacerla realidad.

El cementerio de San Carlos tiene menos tumbas que el Darwin, donde están los argentinos. No hay cruces. Las 15 lápidas grises se mezclan entre la niebla y miran hacia el estrecho de San Carlos, donde los ingleses desembarcaron. Algunas tienen foto de los marines que no tenían más de 19 años. Otras, sólo ofrendas de flores rojas de papel. En vez de una cerca de madera, como el argentino, está cerrado con una muralla mediana de ladrillo. La bandera inglesa flamea a varios metros de altura, justo en el fondo. Hay placas gigantescas en las que están inscriptos los nombres de unos 174 soldados que cayeron durante la guerra. Se trata de un cementerio simbólico ya que los cuerpos de los fallecidos fueron llevados a Inglaterra, a pedido de sus familiares.

Los sanjuaninos tuvieron que recorrer 115 kilómetros por una huella de piedra para llegar al otro extremo de Stanley. Al llegar, lo primero que divisaron fue el viejo muelle de madera donde hicieron el desembarco. A pocos metros se observó una boya que indica el lugar donde los argentinos hundieron un barco inglés. El ingreso al cementerio fue solemne y en silencio. Los veteranos recorrieron los senderos de piedra que separan las tumbas, observaron los nombres y a qué unidad pertenecieron. ‘Este muchacho era paracaidista. Tenía 19 años‘, dijo Aldo Ante, uno de los veteranos que formaron parte de la Fuerza Aérea durante el conflicto. Mientras tanto, otros dos integrantes del grupo colocaron rosarios en una de las lápidas. Hacia el final del recorrido, todos elevaron una oración.

EL CAMINO INGLÉS:

Tal como sucedió a principios de la semana con el trayecto argentino, parte de la delegación decidió recorrer el camino que hicieron los ingleses desde que desembarcaron en San Carlos, hasta el pueblo. Hubo que pasar varios brazos de ríos, montes y estancias repletas de ovejas y gansos salvajes. Fueron unos 100 kilómetros que atravesaron en la combi, y observaron cada detalle del paisaje y cada palabra que relató Marcelo, el guía que los acompañó.

Primero atravesaron el Monte Rodeo, que tiene unos 800 metros de altura (el pico más alto de Malvinas tiene poco más de 2.000 metros). Por casi tres horas recorrieron el camino inglés. Pasaron por algo parecido a un cementerio de Land Rover, es decir, un depósito de estos vehículos en la estancia de un lugareño que se dedica a restaurarlos. Luego de esto sorprendió la magnitud de la estancia llamada justamente ‘La Estancia‘. Según contó Marcelo, los antiguos dueños de esta propiedad fueron los encargados de guiar a los ingleses al pueblo.

El trayecto también incluyó una fugaz visita a un museo enclavado en medio del monte y armado adentro de un contenedor que guarda todo tipo de armamento utilizado durante la guerra, además de fotos y recortes periodísticos de la época.

La estadía en este lugar no fue larga porque se trata de un sitio privado y los argentinos no son bien vistos por los isleños de esa zona. Aún así, cerraron de ese modo su viaje histórico, para emprender el regreso hoy mismo por la mañana.