Luego de dos años de golpear puertas en diferentes empresas y fábricas, y de presentar curriculum en diferentes lugares, Lucas, de 28 años, finalmente encontró trabajo. Y quiso agradecerle a la Difunta Correa por este ‘milagro‘ recibido. Decidió, por primera vez, caminar desde su casa en Rawson hasta el santuario en Vallecito. No lo hizo solo. Cinco amigos lo acompañaron para hacerle el aguante. Esta fue una postal que se repitió constantemente la madrugada del Viernes Santo cuando cientos de jóvenes peregrinaron por amistad, y fe.

Ni bien Paola dijo que este año iba a cumplir su promesa a la Difunta, sus amigos se sumaron a la odisea. No quisieron que ella sola recorriera los 29 kilómetros de la Senda del Peregrino, empujando el changuito con su hijo de 6 años que, ‘gracias a la difuntita‘ superó su problema de salud. ‘Creo que en estas situaciones es cuando la gente te demuestra su verdadera amistad. Mis amigos estuvieron conmigo siempre, en las buenas y en las malas. Sin ellos no hubiera llegado hasta el santuario‘, sostuvo la joven.

En compañía de amigos del barrio, compañeros de estudio o colegas del trabajo, los peregrinos cumplieron sus promesas.

Una odisea por la fe

Andreína no necesitó que ningún amigo la acompañara para emprender una travesía de fe de más de 100 kilómetros. Vive en Cochagual, localidad del departamento Sarmiento que se encuentra a unos 120 kilómetros de la Difunta Correa. Desde allí caminó para agradecerle a la ‘difuntita‘ por la salud de su familia. Pero no protagonizó la odisea sola. Lo hizo junto a sus hijos de 6 y 2 años, que la acompañaron durante todo el trayecto, parando de vez en cuando para jugar un ratito o para tomar la leche. Salieron de su casa a las 5 de la tarde del Jueves Santo. ‘Estamos bien. No estamos cansados ni tenemos ampollas en los pies. Creo que la difuntita nos ha acompañado durante todo el camino‘, sostuvo la mujer que tuvo que cargar en brazos al menor de sus hijos en el último tramo del camino.