Carlos Graffigna fue testigo de los grandes cambios que vivió la Facultad de Ingeniería a nivel pedagógico y los cambios sociales que sucedieron en San Juan durante varias décadas. Si bien dio sus primeros pasos estudiando en la provincia, para especializarse en Electrónica tuvo que irse a Córdoba. Este ingeniero, de visión crítica, fue docente durante muchos años y por sus aulas vio pasar varias generaciones de ingenieros.

Empezó a estudiar en 1958. Todavía se podía ver cómo el terremoto de 1944 había dejado en ruinas buena parte de la ciudad de San Juan. Incluyendo el lugar donde funcionaba la facultad. Es por eso que Carlos cuenta con emoción que a él le tocó estudiar en unas casillas de emergencia que había mandado a construir el Gobierno de San Juan después de la tragedia. "La carrera de Ingeniería era muy nueva y no tenía un abanico importante de especializaciones. A mí me gustaba la electrónica y es por eso que después del tercer año me tuve que ir a Córdoba", dice el ingeniero.

Ni bien se recibió, volvió a trabajar a San Juan. "Fueron momentos complicados. La carrera tenía falencias pedagógicas. Egresaban muy pocos y la mayoría se quedaba a mitad de camino. No había nada que los enganchara", cuenta Carlos. Fue a principios de la década del ’70 cuando la facultad tuvo un quiebre académico. Cambiaron los programas de estudio y todo comenzó a andar mejor, según cuenta Carlos.

El ingeniero también fue testigo de los grandes cambios tecnológicos ocurridos en la provincia. De hecho, él mismo fue quien llevó adelante toda la modernización en materia de equipos de transmisión de Radio Colón, algo que implicó un grito de vanguardia en el campo de la tecnología.

Pero dice que la bonanza duró poco. El golpe de Estado de 1976, que generó la última dictadura militar, borró todo lo que se había conseguido académicamente. Con el restablecimiento de la democracia en 1983, la facultad tuvo que recuperar el rumbo. "Fueron épocas duras. Los alumnos de Ingeniería y de Arquitectura eran muy activos políticamente. Es por eso que fueron el blanco de los militares. Siempre fueron estudiantes movedizos que iban mucho más allá de los libros", asegura Carlos.

Para esa época, las mujeres en la carrera seguían siendo una rareza. Pero, según recuerda Carlos, eran las mejores. "Salieron profesionales excelentes y dedicadas a su carrera. Esta siempre fue una profesión para usar el ingenio, como su nombre lo indica. No sólo se trata de leer libros, sino también de saber pensar", remata Carlos.