Aire – Sol – Vegetación

 
El Símbolo del Urbanismo fue adoptado por unanimidad en el Congreso de Urbanismo de Besançon, Francia, en 1935, y posteriormente adoptado en el 1º Congreso Argentino de Urbanismo, Buenos Aires, 1935, y en el 1º Congreso de Urbanismo de Chile en 1938.
Carlos M. Della Paolera, Director Técnico del Plan de Urbanización.
En esas colmenas humanas que son las grandes ciudades modernas se ha roto el equilibrio razonable entre la obra artificial y los elementos de vida que generosamente nos brinda la madre naturaleza. Siguiendo los más variados rumbos en sus investigaciones, los urbanistas de todo el mundo han llegado a la conclusión de que es necesario reconquistar el aire, el Sol y la vegetación para el ambiente de la ciudad moderna. Las teorías y realizaciones urbanísticas más opuestas concuerdan con el objetivo final consistente en asegurar la unión intima de la ciudad con la tierra viviente, dando amplia entrada a la naturaleza entre las masas inertes de la edificación urbana.
"La ciencia urbanística moderna ha puesto plenamente en evidencia que la utilización en la ciudad de los más maravillosos e inesperados recursos de la técnica no debe ni puede excluir el aprovechamiento intensivo de los elementos naturales. La ciudad como el árbol no puede desligarse de la tierra que la sustenta", Carlos M. Della Paolera.