�Rivas es un empleado público de 64 años que trabaja en la Legislatura provincial, pero que para la época del golpe militar de 1976 estaba cumpliendo una condena en el Penal de Chimbas por delitos comunes. Desde el calabozo en el que se encontraba, frente al de Alberto Carvajal, vio cuando un grupo de militares trajo ya muerto al dirigente del PC, luego de una sesión de torturas, y colgaron su cuerpo en su celda para simular que se había ahorcado. Su testimonio, que lo tuvo guardado desde entonces, fue clave para condenar a los represores.
