Victoriano Cantos tiene 53 años y vive en Divisadero, Sarmiento. A fines de 2017 donó médula ósea para salvar una vida. Y, a pesar de que ese momento lo llenó de alegría, la emoción más grande la vivió hace unos días cuando pudo mirar a los ojos a Lorenzo Constanzo, un santafesino de 4 años que fue el receptor.
El sanjuanino, que pasó más de un año soñando con conocer a la familia que pudo ayudar, contó cómo fue ese momento y dijo que nunca imaginó que ‘podía salvar una vida con una intervención tan pequeña‘.
‘Doná médula, doná vida como mi alma gemela Victoriano‘. Con esa frase escrita en su remera, Lorenzo recibió a Victoriano en un hotel porteño. Es que ambos viajaron a Buenos Aires para recibir un reconocimiento del Ministerio de Salud de la Nación, en el marco de Día Nacional del Donante de Médula Ósea. ‘Estábamos en la habitación del hotel y me llamaron. Me dijeron que había llegado la familia Constanzo. Yo no aguantaba las ganas de verlos‘, dijo Victoriano, mientras sus ojos brillaron al recordar ese momento.
Comentó que con un poco de nervios golpeó la puerta y los papás de Lorenzo abrieron. Tras una breve presentación todo fue abrazos y lágrimas de emoción, alegría y agradecimiento. ‘Sólo nos habíamos escrito por celular unas veces y ellos me mandaron una foto del nene, pero poder abrazarlos fue muy lindo. Es súper inquieto y lleva una vida totalmente normal. Cuando supe que era un niño quien había recibido mis células me alegré el doble, porque yo soy papá y me imagino el dolor que se debe sentir al saber que tu hijo necesita algo urgente‘, dijo.
“Es inexplicable lo que sentí cuando vi a Lorenzo jugar, gracias a que fui donante”.
Victoriano Cantos – Donante de médula ósea
El sanjuanino explicó que él supo que su receptor era un niño cuando se cumplió un año de la donación. Es que INCUCAI sólo libera los datos del donante y el receptor cuando se cumple ese plazo, por una cuestión legal.
Durante la charla con este medio, Victoriano hasta se animó a alentar a la gente para que sea donante y contó cómo fue que él se inscribió. ‘Un día fui a donar sangre y me preguntaron si quería ser donante de médula ósea y dije que sí. Cinco años después me llamaron y me dijeron que era compatible con un paciente y dije que seguía con la intención de donar‘, comentó y dijo que la práctica fue muy sencilla. ‘No duele nada. No hay que tener miedo, es sólo una extracción de sangre y después las máquinas hacen todo el proceso de separación de las células‘, agregó con una enorme sonrisa.