El café del auditorio fue un reducto invalorable en la difusión de actividades culturales durante años, pese a sus intermitencias. Hasta los ‘80 era un lugar en el que convivían intelectuales, artistas del incipiente under, señoras elegantes, músicos y estudiantes, pero la falta de rentabilidad lo cerró durante dos décadas. Con mucha pompa reabrió el 29 de junio de 2001 con el nombre que mantuvo durante 10 años, Viejo Cervantes. Sin embargo, en noviembre de 2011, el por entonces administrador, Rolando García Gómez, decidió no renovar la concesión y de eso ya pasaron 13 meses.
