Con un café humeante en una mano y una sopaipilla calentita como para empezar bien el día, Marisol se acercó a la ventanilla del taxi sonriendo. Y por la otra ventanilla, otra de las chicas ya sujetaba una bandera argentina, regalo de la Agrupación Virgen de Fátima. En total, fueron 500 las banderas argentinas que desde ayer quedaron ondeando sobre los remises y taxis que se acercaron a la entrada del barrio que lleva el nombre de la agrupación, en Chimbas. Un homenaje anticipado a la enseña patria y a su creador, a pocos días de celebrarse el Día de la Bandera. "Es una manera de volver a nuestros orígenes, a las cosas que fueron el motivo de existir de esta agrupación, como es el ser buenos ciudadanos, y el sentimiento por la Patria. Pero también es una manera de juntar a los que fueron los iniciadores y fundadores, con los más jóvenes, los que han ido llegando después, para integrar a todas las generaciones", explicó Carlos Gómez, titular de esa organización.
Desde muy temprano, la avenida Benavídez lucía diferente. Adornada con banderas rojas y amarilla (los colores de la Agrupación Virgen de Fátima), llamaba la atención de todos los automovilistas. Cada vez que se aproximaba un taxi o un remís, rápidamente las chicas de la agrupación lo hacían detener, para regalarle una bandera argentina y ofrecerle un vaso de café con una sopaipilla, que los choferes agradecían para mitigar el frío de la mañana sanjuanina. Muchos se mostraban asombrados, como Juan Aballay, quien maneja un remís desde hace 5 meses. "Yo antes era encargado de una obra social y ahora soy remisero. Estoy contento, no me quejo, porque lo importante es tener trabajo, pese a que hay mucha inseguridad en la calle. Me parece muy bien esta iniciativa de regalar banderas, para que todos recuperemos un poco el sentido de las fechas patrias", dijo. Un poco más allá, Ramón Morales se bajó de su taxi para saborear el café más a gusto. "Es una linda idea para los que estamos trabajando en la calle. Todos los autos deberían poner una bandera argentina, porque al fin y al cabo, en eso somos todos iguales: argentinos", afirmó.
Apurando el paso entre las mesas donde estaba preparado el café para que todo saliera como estaba planificado, Norma, una de las mujeres que participaron en la hechura de las sopaipillas, dio las razones de su entusiasmo. "Hemos hecho más de 2.000 sopaipillas, pero no estamos cansadas, porque nos parece una muy linda manera de volver a reflotar los ideales de la agrupación que tanto queremos y a la que pertenecemos. Y de paso, que los más jóvenes vean para qué trabajamos los mayores y aprendan a imitar las cosas buenas, como darle a las fechas patrias el valor que tienen y rescatar la importancia de nuestros símbolos más argentinos, como la bandera celeste y blanca", afirmó.