Es increíble como una crisis nerviosa le cambió la vida a Rodrigo Quiroga. Pero no para mal, sino para bien. Porque cursaba el cuarto año de Ingeniería Química y su vida apuntaba hacia una carrera profesional, pero un problema de salud hizo que los médicos le recomendaran que llevara una vida más tranquila y saludable. Por aquella época, su padre estaba por vender una finca en 9 de Julio y Rodrigo le dijo que no lo hiciera, porque había decidido dejar todo en la ciudad para instalarse en el campo, con el objetivo de llevar adelante un interesante proyecto rural. Así fue como este joven comenzó con su nueva vida. Se ambientó, se recuperó y luego recibió dinero del Capital Semilla para montar un emprendimiento para hacer alimento balanceado para animales de granja y luego venderlo.
Lo primero que concretó fue un complejo sistema de riego que extrae agua desde unos 80 metros por debajo de la superficie terrestre. La ayuda no le alcanzó para comprar la máquina que produce el alimento, pero ya tenía el elemento fundamental para poder llevar adelante la finca, que es el agua. Eso, sumado a sus conocimientos como estudiante de Ingeniería, jugó un importante papel. En un terreno de 12 hectáreas plantó alfalfa en 1,5 hectáreas, con el objetivo de alcanzar las 4,5 hectáreas en un corto plazo. Con estas pasturas y hasta que pueda conseguir el aparato que tanto anhela, alimenta a sus vacas, chanchos, ovejas y caballos que posee en un corral que él mismo construyó. Además, gracias al sistema de riego podrá llevar adelante un invernadero para poder plantar pimientos y tomates. El agua también es utilizada para regar todo el predio y para darle vida a un lugar que en el futuro puede convertirse en escenario de turismo rural, que es precisamente a lo que aspira Rodrigo. Su objetivo, además de criar animales y plantar alfalfa para poder concretar el emprendimiento del alimento balanceado, es que su finca sea visitada por turistas. Que se lleven conservas, se coman un asado y disfruten de un lindo día en un lugar que por cierto es maravilloso, alejado de todo el ruido de la ciudad. +Es caro vivir del campo por el precio de las máquinas y otros elementos, pero si te esforzás y trabajás, te deja una gran recompensa+, contó Rodrigo, quien tiene como principal estímulo para vivir el día a día a su familia, compuesta por su esposa Natalia (también recibió el beneficio de Capital Semilla y realiza conservas de tomate y salsa) y sus hijos Ima (4) y Arel (1). Precisamente la finca, ubicada sobre el Callejón Coria, lleva el nombre de la hija mayor, Ima, demostrando que tanto el lugar como el emprendimiento es netamente familiar y que una enfermedad se transformó en felicidad para este joven que tiene 35 años y un gran futuro.

