Las minas de Castaño Viejo y Castaño Nuevo tuvieron gran incidencia en la minería nacional en el período que va desde 1950 a 1965. Ambos yacimientos contenían polimetálicos de alta ley y contaban con sus propias plantas de tratamiento de minerales para la recuperación de los metales.

En Castaño Viejo explotaron vetas mineralizadas con sulfuros de plomo, zinc y metales asociados como cobre y antimonio. También existía la plata. El distrito de Castaño Nuevo poseía oro, plata y cobre. En Castaño Viejo se instaló una planta con capacidad de 400 tn/día para beneficiar el mineral. Después del tratamiento, además del metal de interés, quedaban grandes volúmenes de materiales estériles (ganga), que debían ser almacenados en algún lugar. Para esto se construyó un dique de colas de casi 60.000 metros cuadrados, sobre la quebrada del Castaño y a 5 km en línea recta de las minas.

Es evidente que en aquella época no existía conciencia ambiental. El emplazamiento del dique de colas sobre una quebrada y su posterior abandono, hace de esto más de 40 años, así lo demuestran. No existieron criterios para la ubicación y construcción de esta obra, menos aún se tuvo en cuenta factores referentes a la seguridad como el caso de riesgo sísmico.

Más allá de su aporte histórico, las minas de Castaño Viejo y Nuevo trascienden en el tiempo como un antecedente de referencia sobre lo que no se tiene que hacer en lo vinculado a la explotación minera.