Alegría y color.
Los más chiquitos se colocaron trajes de época.
Estuvieron los vendedores ambulantes, los caballeros y hasta las damas antiguas.
Algunos papás también se animaron a disfrazarse para
acompañar a sus hijos.

Para ellos, hacer patria es quedarse en el lugar donde nacieron y allí festejar cada día como si fuera único. Soñaron con una escuelita durante años y hace poco se hizo realidad. Por eso, cada fiesta patria ahora tiene un condimento especial. Así, los chicos de Casas Viejas, el pueblo caucetero que está al pie del cerro Pie de Palo, disfrutaron cada instante del festejo del 25 de Mayo.

A esto se sumó que todas las familias que habitan el lugar se sumaron a la fiesta.
El pequeño patio de la escuelita se transformó por completo. Mesas con tortas albicelestes coparon el lugar. Mientras que la galería se transformó en un escenario en el que había hasta un cabildo.
A este pueblo es muy difícil de llegar por las malas condiciones de la huella. Los maestros que trabajan allí, deben quedare durante toda la semana porque no hay transporte.