Es difícil entenderlos. Les indican que deben ir a una cuba y todos se dirigen hacia un costado y se paran adentro de un círculo pintado de blanco, en el suelo. Les piden que se deslicen por el tobogán y corren siguiendo otra línea, pero de color amarillo. Y siempre están adentro de un gran rectángulo con líneas bien marcadas al que respetan como si fuera el límite de una cancha en pleno partido. Así, en un escenario de fantasía, desde el pasado 2 de febrero ensayan las 320 personas que formarán parte del show de cierre de la Fiesta del Sol. Y seguirán haciendo eso hasta el próximo 13 de febrero, cuando hayan pasado 90 horas ensayando de ese modo y la práctica se mude al verdadero escenario, montado en el autódromo El Zonda-Eduardo Copello.
Aún no repasan ninguna escena, pero el reloj marca las 20 y los bailarines comienzan a ingresar al Predio Ferial en fila recta, como si estuviera preparado. La mayoría carga banquetas de plástico, madera o hierro. Pero su función no es la de ser asiento, sino la de ser parte de uno de los cuadros que seguramente tendrá relación con el vino. Es que el tema de la fiesta es ‘Vino Argentino, Bebida Nacional‘ y la escenografía será como una antigua bodega sanjuanina.
‘Estamos ensayando acá, de lunes a viernes, durante 3 horas. Esperamos con ansiedad el poder ir al autódromo y practicar en el escenario‘, cuenta la directora general, Irene Ferreyra. Ese es el modo en el que se ha realizado el ensayo de los espectáculos anteriores, aunque en esos casos, la escenografía no tenía tantos elementos fijos (ver aparte). Por eso, Ferreyra explica que ‘esta vez, cuando marcamos las líneas en el suelo. Trajimos la maqueta de la escenografía y explicamos dónde está cada elemento. Ahora sólo basta nombrarlo para que todos vayan donde corresponde‘.
