Las mulas que sirvieron a los baqueanos para llevar elementos de logística se convirtieron en improvisados auxilios de peregrinos que ya habían agotado sus fuerzas para seguir bajando. Otros fueron descendidos en los cuatriciclos de Cruz Roja, totalmente extenuados. Nunca fue fácil subir y bajar Sierras Azules para vivir la misa de Pascuas al amanecer, pero esta vez, el estado del sendero redobló el sacrificio de los peregrinos. Es que por crecidas y el paso de miles de personas la huella tuvo tramos dañados, de piedras filosas y sueltas, que le agregaron mayor dificultad y esfuerzo, para convertirla en un verdadero desafío a la fe. Así y todo, 4.000 personas, casi todos jóvenes, subieron desde el sábado los 1.700 msnm de las Sierras Azules, Zonda, y celebraron la Resurrección de Cristo en lo alto de la formación, apenas empezó a salir el Sol.
Fue un repunte en la convocatoria de la peregrinación, que en 2013 había tenido 8.500 personas, en 2014 bajó a 6.000 y el año pasado, a 3.000. El Año de la Misericordia y el buen clima ayudaron a que esta vez llegaron unos 4.000 peregrinos, indicaron desde la organización. El grueso de las personas empezó a subir desde la medianoche, pero en la Policía informaron que cientos de jóvenes optaron esta vez por empezar a ascender desde la siesta y la tarde, por lo que en ese horario también hubo un flujo importante de chicos.
A diferencia de otros años, el clima influyó para decidir desafiar a la montaña.
�Es que pese a que en los días previos hasta había llovido en Sierras Azules, la tarde y la noche del sábado mostraron una temperatura agradable, con calma ambiental. Y si bien de madrugada hizo el habitual frío en la cima, no fue tan intenso pues afortunadamente no hubo brisas ni lloviznas.
A las 7,30 comenzó la misa, dos horas y media después de un show de fuegos artificiales que sorprendió a los chicos que a esa hora descansaban en carpas, se animaban a dormir sobre las piedras y bajo las estrellas o conversaban alrededor de decenas de fogatas.
‘La vida de Jesús fue encender luz, la luz de la misericordia, del perdón, de la honradez, la honestidad o la de hacer el bien. No nos encerremos, como dice el papa Francisco, salgamos y encontremos esa luz grande y la alegría de ser hijos de Dios. Todos ustedes, jóvenes, tienen la capacidad inmensa de hacer el bien. Y se puede hacer desde lo más sencillo. Que este ascenso sea un principio, un acto de amor”, dijo monseñor Alfonso Delgado durante la misa.
La celebración comenzó apenas un pequeño resplandor rojizo apareció al Este, detrás del improvisado altar que colocaron en la cima de las Sierras Azules. La vista desde ese lugar privilegiado le dio un clima especial y diferente a la eucaristía, además de la sensación de los peregrinos de haber hecho semejante esfuerzo físico para poder vivir precisamente ese momento. Es por eso que hubo un impresionante silencio. Luego de darse la paz y comulgar, todos entonaron el Himno Nacional e inmediatamente comenzó el lento y doloroso descenso.

