El ajo sanjuanino viene de mal en peor: primero, debió reducir a la fuerza su sembradío en las últimas campañas a consecuencia de la falta de agua y segundo, está siendo asfixiado por el fuerte aumento de los costos de producción. En la actualidad sobreviven unas 1.400 hectáreas (la campaña pasada fueron 1.750) y miran de reojo otros cultivos más rentables. El “gran negocio” para los productores está en exportar, pero eso sólo lo logran los grandes ajeros y aquellos que encaran el camino de formar cooperativas. Igual el mercado del ajo no es sencillo, ya que una gran producción de Mendoza y ni hablar de China, tiran por el piso el precio de las cabezas blancas.
