El primer chocolate para festejar el Día del Niño lo hicieron porque empeñaron el título de propiedad de un Fiat Rural modelo 64, para comprar 8 cajas de leche. Fue en 1990 y los agasajados fueron 30 chicos de Chimbas. Y el primer gran regalo que entregaron fue una muñeca enorme, que hablaba. Gramajo y otros amigos del barrio fueron los creadores de un chocolate que se convirtió en un clásico, porque año tras año fue creciendo y mejorando. El chocolate lo cocinaban a fuego de leña y en hornos de barro; aunque varias veces contaron con la ayuda del Ejército para prepararlo.
De hacerlo en la vecinal, pasaron a montar mesas y juegos en la calle Catriel, porque no sólo asistían los niños de la Villa Centenario, sino de los barrios cercanos.
Y ahora, tras aquellos inicios humildes, el chocolate tendrá un megafestejo. En una calle más al Norte de la Villa, pero con la misma pasión de sus orígenes.
