Los gritos e insultos se escuchan desde lejos. Las fuertes palabras las alcanzan a escuchar hasta los vecinos que viven a unos 200 metros de la casa de la mujer por la que, cansados de denunciar en organismos públicos, acudieron a DIARIO DE CUYO para hacer pública la situación que vienen padeciendo hace unos dos años. Una mujer, de unos 65 años, vive en aparente estado de abandono, grita e insulta y ejerce violencia cuando tratan de asistirla.
En la esquina de Santa María de Oro y Callejón Sánchez, a 500 metros de la zona conocida como "La Luz del Mundo" y a unos 300 de la "esquina El Sauce", su casa está rodeada de yuyos y plantas que hacen inaccesible el lugar. Una especie de portón hecho con cañas es el frente de la casa y por donde, según los vecinos, uno de sus hijos llega a dejarle la comida casi todos los días pero sin tener contacto con su progenitora. Ese portón no se abre nunca porque la anciana no sale a la calle. La casa de adobe se nota abandonada, hay basura, bolsas de residuos tiradas, botellas y hasta un viejo auto tapado con un nylon que resiste hace años. A pesar de que todavía el sol no se esconde, la casa tiene tres focos prendidos en su exterior, que según comentan los vecinos permanecen así las 24 horas del día.
"Ya no se puede vivir, no puedo recibir visitas porque me da vergüenza que esta mujer se pone a insultar, ya no sabemos qué hacer", comentó Miguel Arancibia, uno de los pocos vecinos que se animaron a identificarse, es que el resto de los vecinos no quiso dar su nombre por temor a represalias. Arancibia vive en la casa lindera a la mujer. Dice que por la suciedad y el abandono de la casa de su vecina, su familia debe lidiar con ratas, pericotes, arañas y en verano, hasta víboras. Pero no sólo eso, también convive con los olores nauseabundos que se desprenden mucho más en los días de calor. Es que según comentan, la mujer no tiene baño y hace sus necesidades en el piso.
Arancibia dice que si bien la mujer nunca fue sociable, antes salía una vez por semana en un taxi para abastecerse de alimentos, pero hace más de un año que no lo hace. Relatan que la rebeldía de la anciana se agigantó aún más cuando falleció el padre de la mujer hace unos dos años. Desde ese momento que comenzó a insultar a sus vecinos a los cuatro vientos, sin motivo ni argumento. "Antes era por momentos y algunos días, pero en este último tiempo, hará un año, que hay que soportar los insultos las 24 horas del día. No descansa. Por ahí grita tanto que se queda afónica, para un poco y a las horas está insultando otra vez", sostiene otra vecina.
El tono de sus gritos y las graves palabras que utiliza en sus insultos hacen que la situación ya sea insostenible, sobre todo para los vecinos del barrio privado "Campo de Sueño" que queda justo en los fondos de la casa de la mujer. Incluso el terreno donde está ese consorcio fue la finca que perteneció a la familia de la anciana. "Es un barrio nuevo, la mayoría es gente joven con niños chicos. Mi nena me pregunta: "Papá, que significa eso que dice" y no sé cómo explicarle. A los chicos les da miedo y a mí me da pena porque ella no puede vivir así, no está bien", expresó un vecino del barrio privado.
Explican que al parecer la mujer tiene resentimiento por el terreno que vendió su familia y algunos se animan a contar que cuando esas casas estaban en construcción, la anciana les dejaba la manguera abierta por la noche y al otro día los albañiles se encontraban con todo inundado. Un vecino del fondo tuvo que construir un paredón de más de 3 metros para que la señora no le tirara cosas pero claro, a los insultos durante todo el día no hay forma de detenerlos.
Una vecina que vive a unos metros de la mujer contó que una vez iba pasando por la banquina y ella desde adentro le largó un balde de agua fría en pleno invierno. "Grita todo el tiempo y dice unas palabras que te dan miedo. Da pena que esté así pero ni ella puede vivir en ese estado ni tampoco nosotros podemos vivir con esta situación", sostuvo Hernán Vila, un gomero que conoce a la mujer desde toda la vida.
Los relatos de todos los vecinos coinciden, pero es tanto el temor que no se animan a dar el nombre. Sí dicen que realizaron decenas de denuncias pero sin respuesta. "Cuando viene la Policía o algún asistente social, ella no sale. Para mí que está en todos sus sentidos. Hemos juntado firmas para pedirle a la Policía que haga algo", expresó un vecino.
Los relatos cuentan que la anciana ni con su hijo puede mantener contacto, tanto que el hombre todos los días le acerca comida en una bolsa, la deja colgada en el portón de cañas y se va. "Queremos que alguien haga algo por esta mujer. Si los hijos no pueden hacer nada por ella, entonces que intervenga el Estado", suplicó otro vecino, mientras esperan que alguien tome cartas en el asunto.