El Padre Nuestro hizo eco en los largos y fríos pasillos del Penal de Chimbas. Mientras que las palabras de monseñor Alfonso Delgado lograron que los presidiarios reflexionaran y hasta lloraran en medio del rezo. Esto fue lo que se vivió ayer, en la cárcel donde se realizó el Vía Crucis que fue organizado por la Pastoral Penitenciaria. Con tranquilidad, Delgado encabezó la peregrinación y sus palabras estuvieron centradas en el perdón y en la hermandad. Ante este discurso, los presos respondieron con respeto. Mientras que el punteo de las guitarras acompañó el peregrinar entre las celdas.
La música de fondo contrastó con el silencio que se produjo en cada pabellón cuando Delgado comenzó a orar y a bendecir a los presos. Así, divididos por las rejas, los presidiarios y los miembros de la Pastoral, Delgado, los guardacárceles y el sacerdote del Penal, Eduardo Gutiérrez, rezaron el Vía Crucis y cantaron mientras hicieron el recorrido.
El Vía Crucis comenzó en el pabellón donde están los presos que aún no tienen condena. Quienes dirigían el rezo, subieron y bajaron escaleras entregando estampitas a los presidiarios que las recibieron con alegría y agradecieron con una sonrisa.
Amontonados tras una puerta de rejas de no más de dos metros de ancho, algunos presos sostuvieron con fuerza la cruz de madera que encabezaba el Vía Crucis. Con la cabeza gacha, los ojos cerrados y sin poder evitar las lágrimas, escucharon cada una de las oraciones. Y prestaron especial atención cuando Delgado les habló y les pidió que se perdonaran y que perdonaran a los demás.
Más adelante, otros presidiarios observaron atentamente a Monseñor, e incluso hicieron fila para tocarle su mano, como gesto de agradecimiento. Hubo algunos que le besaron la mano y le pidieron una bendición. Fue entonces que Delgado pasó sus brazos por entre las rejas y tocó la frente de los presos, bendiciéndolos.
’¿Quién es el más chico de acá?’, preguntó en cada pabellón y les entregó unos folletos que había llevado para que rezaran el Vía Crucis. Por su parte, Ricardo Vedia, coordinador de la Pastoral dijo: ’Siempre son muy agradecidos, se sienten muy solos. Y cada visita les renueva las expectativas’.
El Vía Crucis pasó por los distintos pabellones del Penal. Rezaron con los detenidos por delitos de Lesa Humanidad, recorrieron el microhospital y terminaron en el pabellón de las mujeres. En cada uno de los sectores hubo presos que pidieron tocar la cruz y ser bendecidos.

