Tras una serie de actividades en Nueva York y Washington y luego de una visita de cuatro días a Cuba, Francisco, de 78 años, tropezó varias veces mientras subía las escaleras del avión de American Airlines que lo llevaría de Nueva York a Filadelfia. No obstante, el pontífice sonrió y saludó cuando llegó a la puerta de la aeronave, aparentemente en buena condición, y el avión despegó.
Fue el viento el que volvió a jugarle una mala pasada al Papa y lo que hizo que tropezara con los bajos de su sotana.
El portavoz del Vaticano, el Padre Federico Lombardi, reconoció a la prensa el viernes que el Papa estaba cansado en medio de una apretada agenda. Dijo que el Papa usualmente es sometido a terapia física por un problema en la pierna pero que no puede hacerlo durante los viajes por lo que tenía cierta dificultad para caminar.