�La devoción por la Virgen de Copacabana lleva más de tres décadas en la provincia. En 1984 una familia boliviana trajo a San Juan la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria de Copacabana. Lo que comenzó como un ritual pequeño, se convirtió en una fiesta que congrega a gente de todo el país.
Lo más llamativo es el ritual del baile que hacen los danzantes. Con trajes espectaculares, bordados con piedras y mostacillas, telas brillantes, muchas horas de hilo y aguja, además de diseños creativos. A esto se suma el tiempo que le dedican a aprender los pasos. Los danzantes no son un elenco de baile. Todo esto lo hacen por fe, por tradición y por devoción a la Virgen de Copacabana. En un principio eran bolivianos o descendientes directos. Hoy en día participa gente que no tienen nada que ver con la comunidad, pero que, por cuestión de fe, decide convertirse en un danzante. Entre las dos agrupaciones bolivianas que hay en la provincia, hay más de 300 personas que realizan la actividad.
