David Samat / Ingeniero y almacenero
Un profesional de almacén
Para David Samat jamás fue vergonzoso tener que aflojarse la corbata y arremangarse la camisa de vestir para ponerse a cortar costeletas. Siempre se consideró un hombre totalmente capaz de desempeñarse con profesionalismo tanto en la Facultad de Ingeniería de la UNSJ, donde es profesor, como en su almacén de barrio, donde es un empleado más. Dice que ambos trabajos son totalmente diferentes entre sí, pero que logró combinarlos. Sostiene que como ingeniero electromecánico pudo hacer una Maestría en Ingeniería de Vehículos Automóviles y concretar importantes proyectos de investigación. Y que con el oficio de almacenero aprendió algo fundamental para su profesión: relacionarse con los demás y resultar convincente.
"El oficio de almacenero lo heredé de mi padre que siempre tuvo negocio, y lo comencé hace unos 12 años para contar con otra entrada de dinero -cuenta Samat-. Lo abrí pensando que tenía que ser un lugar donde el vecino pudiera comprar de todo un poco, tal como el que tuvo mi padre en Sarmiento. Al principio lo atendíamos con mi esposa y mi madre, y a mí me tocó hacerme cargo de la carnicería".
Samat dice que este negocio, además, le sirvió para aplicar sus conocimientos de Ingeniería sobre el aprovechamiento y ahorro de energía, rendimiento y el trabajo en equipo.
Desde que consiguió la dedicación exclusiva en la facultad, David Samat se vio obligado a dejar a su esposa al frente del almacén. Aunque nunca se desligó por completo. Aprovecha cada rato libre en días hábiles, además de los fines de semana y los feriados, para volver a colocarse el delantal, reponer mercadería y atender a los clientes.
"El almacén para mí es un cable a tierra y la posibilidad de relajarme después de una semana ardua de trabajo -cuenta el ingeniero-. Aunque ambas labores son tan gratificantes como complicadas. Es tan dificultoso preparar y dar una conferencia sobre un tema determinado, como explicarles a los clientes por qué volvió a subir la leche. Para mí es un desafío mantener estas dos tareas y jamás se me cruzaría por la cabeza dejar alguna de ellas. Y no precisamente por una cuestión económica, sino por orgullo y afecto".

