Desde que se tomó la decisión de construir la nueva capilla de la Virgen del Valle, nadie más descansó en la Villa Morrone, Chimbas. Primero conformaron una comisión para recaudar los fondos y luego todo quedó en manos de los obreros de la Virgen. Así se le llamó a un grupo de padres de la comunidad, que una vez que terminaban su labor diaria, dedicaban su tiempo libre a levantar el templo. Así fue que la obra, que había iniciado el padre Ricardo Báez Laspiur con la antigua y precaria casita, llegó a su fin.

La capilla de la Virgen del Valle, que fue inaugurada el 3 de diciembre del año pasado, todavía tiene olor a nueva. Sus bancos de madera brillan, al igual que el piso, que muestra dos combinaciones de colores, el beige que va por el centro marcando un camino hacia la pila bautismal y el gris que está en sus laterales.

El altar, que siempre está prolijamente vestido con un mantel blanco, es la zona mejor iluminada del templo. Esto se debe a que en ese sector el techo está construido de manera que la luz natural sea constante. Mientras que las dos imágenes que hay de la patrona del turismo, como se la conoce a la Virgen, están colocadas en los extremos de la capilla. Al ingresar está la imagen grande, que fue donada por la familia Chirino para cumplir una promesa, dentro de una caja de vidrio y rodeada de flores. Mientras que al lado de la bandera papal, sobre el altar, se encuentra la otra figura.

La nueva capilla está construida a los fondos del viejo templo, que ahora es usado por los más jóvenes para tomar las clases de catequesis familiar y Acción Católica, lo que favorece de gran manera a la acústica y lo transforman en un templo donde reina la paz.

"Nos costó mucho poder terminar este lugar. Los hombres ayudaban en sus ratos libres con la construcción y las mujeres vendíamos rifas y empanadas para juntar los fondos. Es por eso que lo cuidamos tanto y está cerrado", contó Patricia Ormeño.

Haber levantado la nueva capilla de la Virgen del Valle fue todo un logro y es motivo de orgullo para los vecinos de la Villa Morrone. "Hace muchos años las misas eran celebradas en una casita de madera que pertenecía a la familia Valdez y hoy llegar a tener este lugar en la villa es único", concluyó María Mallea, otras de las vecinas de la comunidad.