Todas las mañanas, Ignacio Muñoz se levantaba y antes de tomar la leche ya agarraba su pelota y empezaba a patearla. Sonriente, pícaro, con sólo poco más de 3 años era quien le daba felicidad y energía a su familia. Una tarde, mientras su mamá trabajaba, él jugaba al fútbol en la calle con sus tíos. Saltó de golpe y se desplomó en los brazos de uno de ellos. Después vomitó. Ese fue el inicio de su pesadilla. Hoy está internado, pasó 4 operaciones de cerebro y no tiene fuerzas ni para sostener su cabeza. Desesperada, su mamá pide ayuda.
“Nacho tiene ahora 3 años y 9 meses. Todo empezó el 30 de agosto. Cuando me avisaron que no estaba bien llegué corriendo a mi casa, junté algunas cosas y lo llevé a Urgencia del Hospital Rawson. Lo revisaron y estaba bien, entonces volvimos a casa. Después, empezó el peregrinar por pediatras y neurólogos, pero nadie sabía qué tenía”, contó Marcela Trigo, la mamá del nene.
Y agregó “yo notaba que cada vez estaba más débil, le costaba hablar y moverse. Hasta que un día se levantó y cuando quiso agarrar la pelota, no pudo”. Desde mediados de septiembre, el nene, fanático de Sportivo Desamparados y asiduo asistente a la cancha, comenzó a perder el habla, a orinarse encima, dejó de caminar y se quejaba permanentemente por un fuerte dolor de cabeza.
El 3 de octubre, los médicos decidieron internarlo Terapia Intensiva del Hospital Rawson, donde aún espera una salvación. Ya le practicaron 4 operaciones en su cabecita: en dos le colocaron catéteres debido a que tenía obstruidos los ventrículos con líquido cefalorraquideo, en otra le extirparon 3 centímetros de cerebro para poder tomar muestras y en la última fue valvulado.
Sin embargo, su estado no mejora. Los médicos le dijeron que a su mamá que padece encefalitis subaguda hemorrágica, que se complicó con el Epstein-Barr a mediados de diciembre, lo que le provocó hidrocefalia.
“El diagnóstico no es bueno y los médicos me dijeron que acá ya no pueden hacer más. Por eso, tengo la esperanza de poder llevarlo al Hospital Garrahan, para ver si allá lo pueden ayudar. Estoy tramitando los papeles para hacerlo, pero sé que voy a necesitar más dinero para acompañarlo y no sé de dónde lo voy a sacar”, contó Marcela. Y confió: “No quería pedir ayuda, pero estoy desesperada”.
Ella tiene otras dos hijas más grandes que el nene y es el sostén de la familia. Trabajaba en una agencia de autos a comisión, pero en los últimos meses tuvo que dejar su tarea para dedicarse a cuidar a su nene. “Mi familia me ayuda con el sustento de las nenas, pero la enfermedad de Nacho nos demanda muchos gastos. Por más de que ahora esté en un hospital público ya gastamos muchísimo dinero en consultas y estudios, en remedios, usa pañales. Hasta saqué un crédito, pero ya no me queda dinero”, contó la mujer.
Otra alternativa que baraja es pedir una internación domiciliaria, pero para eso tampoco tiene recursos. “En el hospital puede volver a contagiarse un virus y si los médicos dicen que ya no pueden hacer más, para qué vamos a estar ahí. Prefiero que esté en otro ambiente, rodeado de su familia”, reflexionó Marcela.
Sin embargo, aunque el Estado puede proveerle el servicio de cuidado en el domicilio, no cuenta con la vivienda adecuada. Actualmente, vive en un departamento de Chimbas, con sus hijos, su madre y sus dos hermanos. La construcción tiene sólo 3 habitaciones y Nacho necesita una exclusiva para él, por los cuidados y la aparatología con los que debe contar.
“Estoy desesperada. Para nosotros sería fundamental que alguien pudiera darnos una mano, de cualquier forma que sea. No sabemos cómo salir de esto”, sostuvo la mamá del nene.
Quien quiera colaborar puede comunicarse al teléfono 264 580-6289.