Se acuesta a las 1, no sin antes llenar con agua caliente unas botellas de gaseosas para poner en los pies de sus hijos, a falta de las clásicas bolsas térmicas. Y a las 5, ya está en pie de nuevo calentando agua en un tacho para poder bañarlos antes de mandarlos a la escuela. En esa casa del barrio Parque Industrial, Chimbas, el frío se cuela por todos lados, porque el techo tiene aberturas y ninguna de las ventanas posee vidrios. Analía Rodríguez (35) es la mujer que pese a su difícil vida mantiene juntos a sus 10 hijos. Y lo hace en soledad pues su marido es adicto y abandónico.

Analía y sus hijos, de 18 a 1 año, viven al día y si bien recibe una pensión, dijo que no le alcanza. Por eso sale a trabajar en una carretela y con los mayores, buscando cartones y objetos que pueda vender en las recuperadoras. ‘El más grande hace changas y trabaja en la cosecha, yo salgo en la carretela con los varones de 17 y 16. Ya me denunciaron porque dicen que no puedo llevarlos a trabajar, pero quiero inculcarles que hay que esforzarse. Les podría decir que vayan a pedir o robar, pero jamás lo voy a hacer’, dijo Analía.

Su casa es de barrio, pero no tiene comodidades. Tiene dos habitaciones, una para los varones y otra para las nenas, y el comedor se convirtió en la tercera pieza. Tiene un salón a medio hacer y con techo de palos, con dos chapones sobre el piso que funcionan como braseros. Ninguna de las ventanas tiene vidrios y por puertas interiores hay unos jirones de frazadas colgadas. ‘Con este frío, los niños duermen de a dos porque no tenemos frazadas. Tampoco me alcanza para comprar sábanas y por eso también se acuestan vestidos’, relató la mujer. Además, algunos de los colchones quedaron tan finitos que los niños casi que duermen sobre las tablas de las camas.

En esa casa tampoco hay gas ni cocina y por eso la comida la preparan en el patio, con fuego. Viven al día y, como son tantos, siempre necesitan mucha cantidad de alimento. Por ejemplo, sólo en el desayuno pueden comer un kilo de pan. Además, casi nunca queda nada del almuerzo para cenar, por lo que a veces (si tienen) en la noche se hacen leche con avena o con arroz, para no acostarse con el estómago vacío.

Pese a todas las limitaciones, en esa vivienda se respira cariño y respeto, de la madre a sus hijos y de ellos hacia la mujer. De todas formas, esa tranquilidad suele quebrarse cuando aparece el padre. ‘El es adicto y viene de vez en cuando, pero ya no lo queremos ver. Es que viene a pelear y a insultar. Nos quiere correr y alguna vez nos tuvimos que ir a vivir al Parque, pero ya nunca más voy a hacer eso’, expresó Analía.

Cómo ayudar

Calle La Isla, al norte del cruce con 25 de Mayo, Barrio Parque Industrial, en Chimbas. La única manera de recibir ayuda es en ese domicilio ya que no cuenta con teléfono.