"No alcanzo a entender este daño inútil", se lamentó una mujer, mirando esa madera rota que hasta hace muy poco era motivo de orgullo. En el barrio Campodónico, en Santa Lucía, las señales que identifican a las calles y que fueron hechas artesanalmente de madera, son blanco de los vándalos. En poco menos de una semana, de los nueve carteles del barrio que tardaron dos meses en hacer artesanalmente, cuatro ya fueron destrozados.

Los vecinos dicen que en San Juan no hay otro barrio con ese tipo de señaléctica vial y había un orgullo especial en el lugar. Los tradicionales carteles de metal y hierro habían sido reemplazados por otros de madera: petiribí para el poste y laurel para el nombre de la calle. Los nueve carteles costaron 3.000 pesos y fueron costeados por los propios vecinos, relató una miembro de la unión vecinal, en una iniciativa que tenía por objeto darle un toque coqueto a ese barrio de 85 casas.

El trabajo se lo encargaron a Machaca, un artesano de Santa Lucía, quien estuvo dos meses tallando letra por letra los nombres de las calles, la numeración y hasta la flecha en cada uno, indicando el sentido de circulación de las calles, además del armado y el barnizado.

"El sábado pasado nos desayunamos con el primer cartel roto, el de la calle Chopin. Al otro día fue el de Verdi. Después siguieron con los daños y el jueves quebraron el último. Pusimos cuatro denuncias en la Policía, pero no pasó nada", apuntó una vecina, quien (al igual que otros) pidió reserva de sus nombres por temor a represalias.

Las señales fueron quebradas o arrancadas de cuajo. Pero aunque son costosas y pesadas, los vándalos las dejaron tiradas. Los vecinos de las casas cercanas guardaron los carteles, para repararlos y reponerlos. Pero dijeron que hasta que la Policía no encuentre una solución al problema del vandalismo y los hurtos en el barrio, no se animan a colocarlos nuevamente.

"Los robos de plantas, mangueras y de cosas en los autos, lamentablemente, son comunes en el barrio. Pero esto de romper los carteles ya es demasiado. No somos gente de country, somos vecinos que queremos vivir en un lugar tranquilo y bonito. Y lamentablemente no se puede", se quejó un hombre.

Detrás del barrio hay un baldío que da a las calles 25 de Mayo y Colón. Y para los vecinos, ese lugar es una vía de ingreso y escape para los delincuentes. "Acá hubo varios robos grandes y los ladrones dejaban las cosas en el baldío, para venir a buscarlas después. Por eso hemos decidido que aunque no nos corresponda, vamos a hacer un gran esfuerzo entre todos para cerrarlo, para ver si así podemos tener un poco de paz en el barrio", cerró una señora.