La rebeldía de los alumnos saturó la paciencia de la directora de la escuela. Después de una mañana agitada por el mal comportamiento, un chico puso la gota que rebasó el vaso: con una lapicera hizo un dibujo obsceno en la campera de un compañero. La maestra intentó que el culpable diera la cara, pero nadie se hizo cargo. Tampoco hubo compañeros delatores. Por lo que llamó a la directora, que decidió suspender por dos días a todo el curso de 1er año de la escuela EPET Nro 6, de La Bebida, en Rivadavia. Las autoridades del colegio admiten que la medida fue "drástica", pero que ya no saben cómo hacer para controlar a los chicos, por eso empezaron a castigarlos dejándolos sin clases.

Alumnos que se escapan del colegio, distracciones continuas, faltas de respeto a los profesores, vidrios rotos. Todo esto preocupa a las docentes de la única escuela secundaria de La Bebida. Por lo que, según contaron las autoridades, el cuaderno de 100 hojas, reservado para sancionar a los alumnos, ya está completo. Y todos los días tienen que citar a padres de algunos chicos para ponerlos al tanto sobre su mal comportamiento.

Pero el miércoles pasado la tensión llegó a su tope. La mala conducta de los alumnos durante toda la mañana hizo que la directora alcanzara su límite y decidiera suspender las clases en el curso, al que asisten chicos de entre 12 y 14 años, por dos días. Sin tener en cuenta siquiera que, después de los días de clases perdidos para evitar el contagio de la gripe A, esta medida atrasaría aún más el proceso de enseñanza. El enojo de los padres no se hizo esperar. Fueron a la escuela para expresar su disconformidad y lograron que la directora levantara la suspensión, que se ejecutó sólo el día jueves.

"Fue una mañana de terror, los chicos estaban descontrolados. La medida fue drástica pero después, cuando pasó todo, la directora decidió reverla y dio marcha atrás. Es que ya no sabemos qué hacer con los chicos", comentó la regente del colegio, Cristina Vitoloni. Y relató que en el colegio se vive una situación social difícil. Hay chicas embarazadas a las que tienen que darles licencias especiales para que no se queden libres y clases de apoyo para que se pongan al día. Chicas que van con sus bebés y los directivos los cuidan mientras sus madres adolescentes toman clases. Y también hay rivalidades entre chicos que son de distintos barrios, que terminan en peleas y golpes. "A veces tenemos que llamar a la Policía a la salida de la escuela porque sabemos que se van a pelear. Nos enteramos porque nos dejan papeles anónimos donde nos informan que va a pasar algo, porque no se animan a hablar", contó la regente.

Ayer, los chicos volvieron a clase y las cosas siguieron igual: después de hablar con este diario, Vitolini iba a comprar un vidrio para arreglar otra ventana que acababan de romper los alumnos.