Amanece prácticamente a las cinco de la mañana. Y el Sol se pone casi a las diez de lo que para nosotros sería noche. Muchas, muchísimas horas de luz solar. Y acá, los franceses, las aprovechan aunque con costumbres muy distintas a las nuestras. Están en temporada veraniega. Se vienen las vacaciones y el relax para todos. Y la temperatura ayuda (varía entre los 15° y los 30° de acuerdo a la hora del día). Y si a esto se le agrega que acá, en La Rouche-sur-Yon, la playa está a unos 35 kilómetros se entiende que muchos parten a tomar sol bien seguido por estos días.
Pero las diferencias de costumbres son notorias. Para nosotros, los argentinos, es increíble entender que acá estén cenando a las 19 o a las 20. Y que todos estén durmiendo a las 22. Ni siquiera a esa hora es completamente de noche. Y respetan los horarios a full. Pasadas las 18 es raro encontrar a alguien trabajando en la calle. Para los franceses, a esa hora, el día es como que ya ha terminado. ¿Quiénes son los “vagos”? ¿Ellos o nosotros? Tal vez ninguno. Sólo que simplemente no compartimos costumbres. Y gozamos del día en otra forma.
Lo que es innegable es el orden y la limpieza que domina todo. Acá hay gente que fuma (no en lugares cerrados, pero sí en los abiertos) pero no se ven colillas de cigarrillos en el piso. Cada uno que termina un cigarrillo se dirige a un “cenicero callejero” que tiene arena y sirve para apagar las colillas.
Lo mismo pasa con la basura. Nadie tira nada fuera de lugar. Y, si alguno lo hace, de inmediato hay alguien quien lo limpia. Las flores están en canteros en todos los boulevares. Nadie va a arrancar una flor para regalarla. Es evidente la otra manera de pensar y actuar.
