“Me tocó jugar los últimos dos partidos del club sin gente (en Tandil y Lanús) y en los resultados me fue bien, aunque a nivel emoción es aburrídísimo. Diría que es como un entrenamiento, porque se escucha todo lo que dice cada uno. Es como se dice que se pierde el folclore del fútbol. Por ahí lo único que puede llegar a resultar favorable es si no encontrás la apertura del marcador rápido y entonces se evita el murmullo de la gente cuando sos local”.
