Una taza de té no es sólo una taza de té en el mundo de Inés Berton. Para ella, es una filosofía de vida, un lujo que todos pueden darse a diario por ser una bebida accesible. En el 2001, en plena crisis económica argentina, ella abrió su Tealosophy en la galería Promenade Alvear dónde no solo hace sus alquimias en base a variedades puras sino que además ofrece música y libros, accesorios, teteras y etiquetas de té. Su apuesta fue bien aceptada, tanto que tiene varias sucursales en el país y en Barcelona, España. Tiene más de 300 blends registrados a su nombre y le preparó infusiones personalizadas a John John Kennedy, los reyes de España, el cineasta Luc Besson, Uma Thurman, Glenn Close, Lou Reed, Saramago y Carlos Fuentes e inclusive para el mismísimo Dalai Lama, entre otros. Vainilla de Madagascar, cacao de Venezuela, naranjas, tostadas, manzanilla egipcia, pétalos de girasol, flores de papaya y mango: para Inés todo se puede combinar con el té. Gracias a su arte de mezclar, ha logrado seducir a los pasajeros del hotel Waldorf Astoria neoyorquino, a las clientas de la casa de modas Carolina Herrera y la firma Bulgari. Empezó como perfumista y con solo 21 años se fue a Estados Unidos a buscar un rumbo. Consiguió trabajo en el Museo Guggenheim de Nueva York gracias a sus conocimientos pictóricos. Por esas cosas del destino, debajo del museo se instaló una casa de té, “The T Emporium”, de la que Inés se hizo una asidua clienta y visitante. Allí conoció a Fumiko, una sabia japonesa de quien aprendió muchos de los secretos de las infusiones. Como era de esperar abandonó su trabajo en el museo y se trasladó a la casa contigua para empezar a preparar infusiones personalizadas. Es una viajera incansable y junto a su esposo, el chef Rodrigo Toso, se dan el gusto de coleccionar objetos. De hecho, la colección preferida de la pareja, son las hueveras y las teseras, como no podía ser de otro modo.
