Por: Pbro. Dr. Ariel David Busso – Buenos Aires 2014
Predicar es una presencia continua de la fe y de la esperanza en que se vive. Predicar condiciona y exige. La capacidad de exhortar es distinta a la de obligar, mandar o simplemente razonar. Las personas asentimos cuando somos atraídos por el amor y asentimos amorosamente cuando al prójimo ofrece y pide un crédito. En fin, cuando nos invita a compartir el riesgo de un proyecto y la belleza de una aventura.
Todos somos fruto de una confianza y de un crédito fundantes. Alguien puso sobre nosotros las credenciales de nuestra historia, el fundamento en que se apoya el edificio de la existencia personal a través de su palabra.
Así las cosas, el Padre Fernández predica. El libro que presentamos es el fruto de su constante predicación apostólica. Hombre de intelectualidad especulativa notable, sabe llegar para iluminar las almas más sencillas. El que aquí escribe es compañero de ruta y testigo de su tenacidad en sembrar semillas de esperanza. Su escritura es fácil apertura para un firme consentir a lo que predica:
"Semillas de alegría’ compila muchos temas de la predicación del autor. Los grandes tiempos fuertes del año cristiano se suceden entre cultas y sencillas explicaciones de los textos evangélicos. Las parábolas y alegorías tienen un claro espejo en sus desarrollos.
El texto se completa con las abundantes citas de autores clásicos, de padres de la Iglesia y del Magisterio Pontificio. Y lo hace con elegante estilo. La exhortación apostólica del Papa Francisco "Evangelii Gaudium’ tiene un punto central, como no podría ser de otro modo por la temática principal proyectada. El "Decálogo para sembrar alegría’ inicia el libro y el Amor de María en el dolor lo cierra. "Las personas enamoradas de Dios nunca envejecen", cita la respuesta de Miguel Ángel al responder por qué en la Pietà representó a la Madre más joven que el Hijo; ¡Cuanta verdad! El amor y la alegría tiene siempre el tono de la esperanza, por eso tiene siempre el rostro de juventud, aunque se manifiesta en el dolor mismo.
Un agradecimiento al autor por su obra. Una vez más se suman las letras de su predicación continuando a las del Divino Maestro. Nos sentimos mejor cuando esta
