El 25 de junio, Argentina afrontaba su segunda semifinal en un Mundial, en el Estadio Azteca mexicano, frente a una multitud. Esa selección nacional contaba con Diego Maradona como máximo referente y era dirigida por Carlos Bilardo. El encuentro cruzaba a dos selecciones bien opuestas y con el claro favoritismo de la albiceleste. Los pronósticos se cumplieron merced a una extraordinaria actuación del Pelusa, quien anotó los dos tantos del encuentro, ambos en el complemento. Junto con el partido por cuartos de final ante Inglaterra, donde marcó también ambos tantos, resultó una labor extraordinaria del enganche argentino. Pero Argentina no solo pasó a la final por su gran poder ofensivo, sino porque en ese juego supo controlar a las dos figuras rivales de ese momento: Nico Claesen y Jan Ceulemans.
Cuatro días después, Argentina lograba el segundo título ecuménico al superar en la final 3-2 a la Alemania Federal de Franz Beckenbauer.
