Hace casi cinco años, el pueblo jachallero amanecía con una de las noticias más negras de su historia: un adolescente había sido encontrado muerto en la cama de sus padres, con un balazo en la cabeza, aparentemente disparado por él mismo. Tres años después, la tragedia volvía a sobrevolar el mismo pueblo, la misma familia, con su misma marca de sangre: un hermano mayor de aquel chico agonizaba y moría tras un brutal accidente de tránsito. Los padres, por supuesto, habían quedado destrozados. Pero para no eternizarse en el dolor y hacer lo posible para dar un paso adelante, tomaron una decisión que muchos aún no comprenden. Sacaron la plata del seguro de vida de su hijo muerto en un accidente, alrededor de 100.000 pesos, y con eso construyeron una capilla en Jáchal, en homenaje a ambas vidas segadas prematuramente.
El templo, hecho íntegramente en ladrillo, con un diseño clásico y modesto y una pesada puerta doble de madera a la entrada, está casi terminado. Sus muros de ladrillo visto ya son parte del paisaje de Calle Noriega, un pequeño paraje ubicado al este de la localidad rural de San Isidro. Y lo que lo distinguirá de las demás capillitas rurales será las iniciales D y F: las iniciales de Denis y Flavio, sus hijos fallecidos en 2006 y 2009 respectivamente.
Denis Williams Martínez tenía 16 años cuando lo encontraron muerto en la habitación paterna. Su padre Enrique Williams Martínez, por entonces un ascendente policía a quien todos conocían como Bambino, se encontraba en ese momento dando una charla sobre planificación policial para Nuevo Cuyo en la sala de conferencias de un hotel céntrico. Y su madre, Martha Alcayaga, cumplía con sus tareas de docente en la Escuela Agrotécnica Manuel Belgrano. Si bien el caso no trascendió mucho a nivel mediático, sí conmocionó hasta los huesos a la sociedad jachallera. Y cuando aún estaba caliente el recuerdo en la memoria colectiva, tres años después, un hermano mayor de Denis, Favio Martínez, policía como su padre, reactivaba la tragedia de la familia. Un accidente de tránsito lo había tenido como protagonista y, tras algunas horas de agonía en la ruta, el joven oficial dejaba de respirar.
La vida del matrimonio y sus otros dos hijos cambió tan radicalmente, que el Bambino abandonó la Policía para poder estar más con la familia y evitar que se desmoronara, en tanto que Martha comenzó a recibir asistencia psiquiátrica para poder seguir adelante no sólo con su trabajo, sino con lo más simple de su día a día.
Era tan difícil ganarle la pelea a la depresión, que una vez cobrado el seguro, los cuatro miembros de la familia Martínez lo discutieron y llegaron a un acuerdo: usar la plata (o buena parte de ella, según los cálculos que habían hecho al principio) para hacer una capilla era el mejor homenaje que podían rendir a Denis y Favio. Se pusieron manos a la obra, vieron consolidarse los cimientos, avanzaron ladrillo por ladrillo. Y ahora sólo les queda algunos detalles del trabajo y esperar hasta el próximo 2 de julio, cuando el templo sea inaugurado y cuando por fin los Martínez tengan un lugar que perpetúe la memoria de los dos jóvenes ausentes.
(Informe: Corresponsal)

