El derrumbe. La pared y portón que se derrumbaron el domingo 10 de marzo pasado. Todavía corre agua por la puerta debido a un caño roto en la calle.

 

"En esta casa me casé en el año "90, todos los tableros estaban acá, en la galería", señalaba Ana Moreno mientras cargaba una nueva caja, ahora con ropa, y sus ojos se humedecían. La mudanza forzosa, por orden de Bomberos, era algo impensado para las 4 generaciones que vivían en la antigua casa de adobe ubicada San Francisco del Monte 192 oeste.

La rutina de los 8 integrantes de la vivienda trinitense (5 adultos y 3 menores) se alteró inesperada y rotundamente el domingo 10 de marzo, cuando se derrumbó la pared y portón frontal, hacia la vereda. "De milagro no pasó nada porque había chicos jugando en la vereda y un auto rojo que pasaba, frenó justo antes", recordó Ana. Y el lamento instantáneo se hizo espontáneo al describir la causa que le adjudican a la caída de la pared. La pérdida de agua de un caño ubicado en la vereda, frente al terreno lindante, que por la pendiente se iba hacia la casa. "Hicimos el reclamo a OSSE, nos dijeron que en tres días lo reparaban pero pasaron unos veinte", repasó Diego Sánchez, yerno de Ana. 

Riesgo total. El peligro que se continúen desplomando los muros motivó la orden de desalojo de Bomberos a la familia compuesta por 8 integrantes.

Tras caída de la pared, llamaron al 911 para informar la situación y cuando fueron asistidos por Bomberos, se encontraron con la orden que debían desalojar la vivienda porque no había ningún área que sea habitable.

Y esa misma noche fueron trasladados a un refugio a las 3 mujeres -Ana, su suegra Adela Salinas y su hija Noelia Escuela- y a los 3 chicos, de 4, 6 y 14 años. Mientras que Diego, y su suegro Sergio Enrique, se turnaron para cuidar las pertenencias debido a que la casa estaba totalmente expuesta y todavía tenían fresco el robo que sufrieron el último 31 de diciembre.

Las mujeres y los chicos no se adaptaron al refugio y comenzaron un peregrinar de dos o tres noches en distintos sitios, hasta que empezaron a entender que debían olvidarse de continuar viviendo bajo el mismo techo. Así, la mujer de 84 años está hoy viviendo con una hermana en Trinidad, Ana y Sergio fueron recibidos por otra hija y Noelia y Diego estarán unos días en una habitación de un terreno donde ayer trasladaron los muebles. "Esto nos pasa justo en un momento en el que yo me quedé sin trabajo porque cerró la parrillada donde trabajaba y estoy haciendo changas porque no encuentro otro trabajo", agregó Sergio, quien completó que de su situación también está al tanto el Ministerio de Desarrollo Humano.