Que algún analista deportivo diga que Argentina clasificará al Mundial de Fútbol 2010 es predecible. Pero si lo dice Domingo Faustino Sarmiento, ya es para prestar más oído. Convencidísimo de su pronóstico estaba ayer el Maestro de América. Y se los decía, con suma pedagogía, a los niños que lo rodeaban en la previa al desfile del Día del Maestro que se hizo en Albardón. Tras esos preparativos arrancó la fiesta patria y el prócer, encarnado por el actor Boy Segovia, el mismo que lo representó en la flamante película sanjuanina "Sarmiento, un acto inolvidable", se convirtió en la estrella absoluta del mediodía.
"Vamos a viajar en el tiempo", anunció el locutor oficial minutos antes de que comenzara el desfile, y de los altoparlantes comenzó a bajar una música ceremoniosa, como de entrega de premios. "Con ustedes… ¡Domingo Faustino Sarmiento!", reveló entonces el locutor y empezaron a despertarse los miles de aplausos. Sentado en el asiento trasero de un mateo, vestido con levitón negro y una banda argentina cruzándole el pecho, con un niño en guardapolvos a cada costado, Sarmiento abría el desfile saludando a ambos lados, con una sonrisa plena y tirando besos.
El locutor Pepe de la Colina, realizador de la película, tomó entonces la posta al micrófono. Trazaba ante todos el perfil del Maestro de América mientras desde el público salían los "uhhh" sorprendidos de los niños, que jamás hubiesen esperado encontrarse con un Sarmiento vivo, interactivo y con una simpatía que no muestran las estampitas de las revistas.
Ya antes del desfile, Segovia estaba compenetrado con el personaje. Entre los saludos al gobernador Gioja, a la primera dama Rosa Palacio, a la intendenta Cristina López y al diputado Juan Carlos Abarca, ponía gesto adusto para las fotos. "Una sonrisa, Sarmiento, que es el gesto suyo menos conocido", le pedían del entorno. "Es que vos me conocés solamente de los billetes", respondía afilado el actor.
Mientras se abría camino en el mateo (conducido por el gaucho Paco Costa, quien de inmediato se autodefinió como el "chofer de Sarmiento"), saludaba parsimonioso a las tropas del RIM 22 y a los policías que comenzaban a alinearse para el desfile. Devolvía besos y agite de manos y, ya listo para empezar la marcha, daba consejos a los niños que se acercaban.
Tanto protagonismo cobró el personaje, que una vez hecha su pasada por el palco oficial, con su consiguiente saludo protocolar al Gobernador por segunda vez en el día, descendió del carro antiguo y fue acosado por los fans. Es decir, por madres y padres que le cargaban sus niños en los brazos para hacerles fotos con cámaras y celulares.
Finalmente, mientras por la calle San Martín avanzaban los casi 2.000 marchantes (entre escolares, chicos de hockey y academias, gauchos, fuerzas militares y policiales), Segovia, ya con la banda en la mano, buscaba cruzar de un cordón a otro, mientras los miembros de la banda de música de la Policía se codeaban y lo señalaban, al susurro de "eh, ahí va Sarmiento".

