Antes de que el Congreso aprobara en 1947 el voto femenino a nivel nacional, el país ya contaba con dos antecedentes en San Juan: durante la gobernación de Domingo Faustino Sarmiento se logró que las mujeres votaran por primera vez en el país. En 1864, las sanjuaninas sufragaron para elegir a los intendentes del distrito cuyano. Y en 1927 la Constitución sanjuanina había otorgado a las mujeres los mismos derechos y obligaciones electorales que para los hombres. Tres días después de asumir su cargo, el gobernador sanjuanino Aldo Cantoni llamó a elegir convencionales constituyentes: doce bloquistas, dos socialistas y un demócrata progresista sancionaron en 1927 la nueva carta orgánica de la provincia que, entre otras cosas, extendía el voto a las mujeres. Según el nuevo texto, las mujeres no sólo tenían derecho a votar, sino a ser elegidas para desempeñar cargos públicos. En abril de 1928 tuvieron ocasión de estrenar sus libretas cívicas y dieron una sorpresa: votó 97 por ciento de las inscriptas, frente a 90 por ciento de los varones. Además, una mujer -Emilia Collado- fue elegida intendente de Calingasta y otra, Ema Acosta, diputada.
