A la espera de las vacunas, cualquiera de las que se están desarrollando a lo largo y ancho del mundo, científicos y médicos buscan aplicar tratamientos que ayuden a mejor el cuadro clínico de los pacientes con Covid-19. En San Juan, desde hace unos meses, empezaron con la transfusión de plasma de personas recuperadas a pacientes graves que atraviesan la enfermedad.
Ahora, en Salud Pública están terminando de ajustar el protocolo para probar tratamientos de uso compasivo con ibuprofeno inhalado. Es el que tienen más adelantado, pero en análisis también hay otros dos medicamentos: la colchicina, que regularmente se utiliza en el tratamiento de ataques agudos de gota y de la gota crónica; y, por otro lado, la ivermectina.
"Se trata de tratamientos compasivos. Esta semana estaremos articulando con la gente de Córdoba junto al servicio de bioingeniería del Hospital Rawson y de Salud Pública el protocolo del tratamiento con ibuprofeno que se utiliza en forma de nebulizaciones en pacientes leves, moderados y algunos graves", dijo a Diario de Cuyo la ministra Alejandra Venerando.
La funcionaria agregó que, con profesionales locales, diseñarán y armarán la cápsula donde se aplicará el tratamiento con ibuprofeno inhalado.
Lo que se sabe de los tres:
Ibuprofeno inhalado
El uso compasivo del tratamiento con ibuprofeno inhalado muestra resultados positivos en 201 pacientes internados con cuadros moderados a severos de coronavirus y ya de alta. Su aplicación permitió acortar los tiempos de recuperación. Se trata de un desarrollo conjunto entre el sector público y privado de Córdoba: científicos del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor)- Conicet, y la empresa Química Luar.
Respecto de los resultados obtenidos, los datos indican que "ningún paciente tratado por más de 24 horas necesitó asistencia respiratoria mecánica"; la saturación de oxígeno de quienes recibieron el tratamiento era "normal" al tercer día; el 100% se recuperó después de entre cinco y nueve días y los días de internación se redujeron de 14 a 8,3.
El desarrollo consiste en una modificación de la molécula del ibuprofeno que la convierte en soluble en agua y, de esa manera, se convierte en una solución para nebulizar que transfiere sus propiedades con capacidades mucolíticas. Además, es antiinflamatoria. Las nebulizaciones (de entre 10 y 15 minutos cada ocho horas) lograron que los pacientes no lleguen a un nivel de deterioro que requiera asistencia respiratoria mecánica.
Es un tratamiento aconsejable para la fase 2 de la enfermedad (pulmonar/ inflamatoria), en la que los síntomas más relevantes son la respiración entrecortada y señales de hipoxia; las imágenes pulmonares ya son anormales en esta instancia. Las fuentes que trabajan en el tratamiento indican que el 20% de los infectados llegan hasta esa etapa y la mayoría requiere hospitalización por lo que -en una fase en la que hay sistemas de salud colapsados en algunos lugares- se podría aplicar el tratamiento para acelerar las altas.
En este contexto los ministerios de Salud provinciales avalan su uso compasivo que significa que está restringido en casos excepcionales a enfermedades para las que no hay un tratamiento eficaz. Así, el médico tratante actúa conforme a la ley que regula su profesión y en observancia de las reglas éticas de la Asociación Médica Argentina.
Colchicina
Se ha utilizado durante más de 10 años para el tratamiento sintomático de pacientes con alogenosis iatrogénica (IA), una enfermedad causada por sustancias alogénicas como agentes de modelado o biopolímeros que son extraños al organismo. La colchicina disminuye los síntomas que estos pacientes tienen asociados con respuesta inflamatoria y algunas manifestaciones clínicas como artralgia, dolor de cabeza e infiltrados pulmonares.
Estos pacientes experimentan una mejoría clínica y las manifestaciones disminuyen en frecuencia. Los mecanismos de acción de la colchicina y las vías metabólicas que podrían explicar los efectos inmunomoduladores que conducen a prevenir el síndrome de distrés resiratorio agudo (SDRA) asociado con la infección por COVID-19 y sus posibles efectos sobre la replicación viral y la presentación de antígenos.
Ivermectina
Es un fármaco antiparasitario desarrollado durante la década de 1970. Dado su amplio espectro contra parásitos internos y externos que mejoró la salud de los animales y aumentó la productividad, la ivermectina se convirtió rápidamente en un fármaco de gran éxito en el ámbito veterinario. El medicamento luego empezó a ser usado en humanos para tratar algunas enfermedades: por ejemplo, el Strongyloides stercoralis, un parásito intestinal capaz de causar una enfermedad sistémica grave. También se comercializa contra la filariasis linfática y la sarna.
Además se ha demostrado que la ivermectina inhibe la replicación de varios virus de ARN como dengue, zika, fiebre amarilla, chikunguña, virus del síndrome reproductivo y respiratorio porcino y, más recientemente,
SARS-CoV-2, entre otros.
En cuanto al uso para tratar el coronavirus, los experimentos in vitro de la firma Caly et al. se realizaron agregando ivermectina en un cultivo celular infectado con el virus en una placa de Petri. Las concentraciones demostradas para reducir la replicación viral entre un 50% y un 99% en estos experimentos fueron 2,8 y 5 micromolar, respectivamente. La concentración máxima alcanzada en la sangre después de una dosis oral única de 200 mcg / kg (la dosis habitual para la ceguera de los ríos) es de 40 ng / ml. Por otro lado, 2,8 micromolar es el equivalente a 2.450 ng / ml, es decir, una concentración 60 veces mayor que la máxima concentración alcanzada tras las dosis habituales o diez veces la concentración máxima observada en el estudio de dosis altas