Todas tienen el mismo objetivo: trabajar y poder mantener a su familia. Esto mismo es lo que las empujó a formar una cooperativa de trabajo que hoy les permite vivir tranquilas. Se trata de un grupo de mujeres emprendedoras que empezaron haciendo productos con arpillera y ahora hasta hacen bolsas con retazos y las exportan a Australia. La cooperativa se llama Kuskalla y casi todas sus integrantes son de Albardón. "Tenemos tanto trabajo que ahora hasta incluimos a varones dentro de la cooperativa y les damos trabajo a chicas que son del departamento y tienen sus talleres. Ellas nos ayudan a coser algunos productos porque no damos abasto", dijo Silvia Godoy, una de las integrantes de la cooperativa que ya tiene 4 años, que está formada por 20 personas y que en los últimos meses logró vender sus productos afuera del país.
Empezaron con esta cooperativa porque la mayoría buscaba una fuente laboral. "Lo que nunca imaginamos es que podíamos llegar tan lejos", agregó Mabel Salazar, la única integrante que no es de Albardón, y comentó que al principio no lograban vender nada de su producción hasta que arrancaron con las bolsas que hacen con retazos.
"Empezamos a pedir a fábricas textiles que nos dieran los desechos de tela y con eso ampliamos el rubro. Después nos contactó un empresario de Buenos Aires y ahí empezamos a despegar", agregó Godoy y dijo que ellos le venden sus bolsas a una fábrica textil local y hasta a una empresa mendocina que hace calzado.
Conocer a este empresario les permitió abrirse caminos que para ellas eran impensados. "Él tiene una empresa que se llama Espíritu Parrillero que ayuda a emprendedores de todo el país. Nosotras les hacemos las bolsas en las que exporta parrillas a Australia. Así, logramos salir a un mercado que nos parecía inalcanzable y que valora mucho nuestro trabajo", agregó Silvia, que es la que suele prestar su casa para que las integrantes se puedan reunir a trabajar. Esto, a pesar de que gran parte del trabajo lo hace cada una en su casa y en los horarios que tienen disponibles. "Es que la mayoría son personas que tienen familias a cargo y entonces queremos que puedan trabajar y criar a sus hijos", dijo Mabel y resaltó que hay integrantes desde los 18 a los 65 años.
El trabajo que hacen es casi artesanal. Seleccionan los retazos, marcan los pedazos que pueden usar y cortan en cuadrados o rectángulos para poder empezar con la confección de distintos productos. "No sólo hacemos las bolsas, hicimos delantales, manteles, frazadas y hasta confeccionamos en cartón las bolsas en las que se entregan los productos que vendemos", dijo Ivana Durán, otra de las integrantes de la cooperativa y comentó que con los recortes que no pueden usar para confeccionar algunos productos, los utilizan para rellenar almohadones o cuchas para perros que venden a algunas veterinarias. "Estamos felices y con ganas de seguir creciendo. Estamos agradecidas porque en un momento tan crítico para la economía, en la que el trabajo cuesta mucho, nosotros tenemos oportunidades de trabajo inigualables y rentables", concluyó Silvia.