Juancito Brizuela, el chico de 11 años que conmovió al país por estar 11 meses conectado a un corazón artificial y ganarle a la muerte luego de recibir un trasplante en marzo pasado, hoy está bajo el cuidado del Estado. Y es que pese a su tremenda fortaleza para superar una miocardía dilatada que le permitió ganarse el mote de Corazón Valiente entre las enfermeras del hospital Garrahan, regresar a su casa tras dos años viviendo en hospitales, recibir el apoyo del Estado con una casa nueva y amoblada, medicación, ayuda alimentaria y hasta un subsidio de 500 pesos mensuales, sufrió una recaída. Según la hipótesis de la Justicia, fue porque sus padres no lo cuidan como corresponde.
La decisión de sacar a Juan de su casa y derivarlo a un hogar que depende del Estado la tomó el Juzgado de Menores, tras analizar los informes del Hospital Garrahan y de los equipos técnicos de la Dirección de la Niñez y de la Municipalidad de Sarmiento.
"Los informes solicitaron cuidados súper intensivos, algo que los progenitores no le estaban brindando pese al apoyo gubernamental. Aparentemente había un descontrol en el cuidado y para resguardar la salud del chico, dispuse esta medida", dijo el juez Carlos Ramírez, a cargo de la causa. Hoy el chico está internado en una casa hogar junto a su madre, María, y bajo supervisión gubernamental. Sus tres hermanos, en tanto, quedaron bajo el cuidado de su padre Antonio, en Colonia Fiscal.
El desencadenante de todo fue una afección renal que sufrió el chico y que fue detectada cuando volvió al Garrahan en septiembre, para un control de rutina. Tras la recuperación, Juan fue dado de alta a condición de que mejorara su tratamiento. Paralelamente, el Garrahan envió el informe a las autoridades sanjuaninas.
La sobrevida de cualquier trasplantado depende de un riguroso esquema de medicación. Y cuando Juan volvió a su casa en agosto pasado, contó que debía tomar 12 medicamentos por día, de los cuales dos eran fundamentales para evitar el rechazo del órgano trasplantado.
Pero, según la causa, no se respetaba en tiempo y forma la toma de los medicamentos, pese a que le son entregados en forma gratuita. A su vez, pese a que los gobiernos provincial y municipal construyeron un módulo habitacional para la familia y una habitación extra para Juan, las condiciones de sanidad también fueron cuestionadas en los informes elevados al juez. "La higiene en el lugar era preocupante. Y ser limpio va más allá de una asistencia material", apuntó Jorge Toro, director de Niñez, Adolescencia y Familia.
Según altas fuentes vinculadas al caso, los padres de Juan "se acostumbraron" a que el Estado saliera a solucionar situaciones que pueden resolver solos, desde la limpieza del fondo de casa hasta el arreglo del automático de la heladera que les regalaron y se rompió. Ahora, el padre, que está desempleado, pidió una casa cerca del centro, pero las autoridades, por lo bajo, dicen que esa no será la solución al problema.
Lo que viene ahora es el seguimiento y evaluación del cuidado del chico y un nuevo informe para que el juez decida el futuro de Juancito: si regresa a su casa o se queda en un hogar que pueda garantizar su sobrevivencia. "Todo dependerá de la evaluación que haga la Dirección de la Niñez y seguramente no será una decisión fácil. Pero honestamente creo que el Estado se portó muy bien con esa familia y espero que los padres correspondan esa preocupación", confesó el juez Ramírez.
Mientras tanto, Toro adelantó que trabajan para que el niño pueda volver con su familia. "Para eso vamos a intentar revertir conductas en la familia, pero los tiempos se van acortando. Si Juan regresa a su hogar y sufre una nueva recaída porque la familia no pudo sostener la situación, no habrá una nueva oportunidad".

