Para muchos fue la última ‘rezadora’ de Valle Fértil. Se puede asegurar que su figura trascendió la provincia porque su historia formó parte del documental ‘Valle Fértil’, de uno de los cineastas etnográficos más importantes y prolíficos del país, Jorge Prelorán.
Nació en San Agustín, su nombre era Rosario Vega, pero le decían ‘Charito’ aunque le gustaba que le llamaran ‘La niña Rosarito’, según describió su sobrina nieta Analía Vega, quien reside actualmente en Baldes de Rosario, lugar donde falleció la ‘rezadora’. Analía recordó que fue a principios de los ’80, con 85 años de edad, “aunque se anotaban mucho después de nacer”, aclaró.
Característica figura de las zonas rurales, las ‘rezadoras’ cubrían los períodos de ausencia de los sacerdotes. “Era la señora que reunía a la comunidad para rezar el rosario. También, quien animaba procesiones y novenas. Iba a los velorios y cumplía también con el novenario (rezar el rosario durante 9 días tras enterrar al difunto)”, describió el padre José ‘Pepe’ Fuentes, vicario parroquial de Andacollo, Chimbas, y responsable del centro evangelizador ‘Cura Brochero’.
“Yo misma a veces hago de cura”, aseguró Rosario en el documental de Prelorán, quien completó el trabajo en 1972. Analía la recuerda a su tía abuela como una persona con mucha energía, siempre de buen humor y dispuesta a bailar cuecas, gatos y chacareras. “Para mí fue la única rezadora del departamento. Iba a muchos distritos, como Usno, Baldes del Sur, Majaditas y Baldes de Rosario, y también a las estancias.
Entre el equipo que realizó la producción del documental, el periodista Manuel Ramírez recuerda a ‘Charito’, como una persona que vivía con su hermana en una vivienda muy humilde, con una personalidad tan bondadosa como convencida en sus creencias, en las que había una diferencia con la Iglesia: la Difunta Correa. Ramírez contó que incluso llegó a enfrentarse con un sacerdote que visitaba San Agustín, porque éste ordenó que se retirara de una capilla una figura de la mujer muerta amamantando a su hijo. Rosario la ocultaba cuando regresaba el cura.
A casi 50 años de su muerte, todavía su rol en la sociedad vallista es recordado por quienes vivieron también en aquellos tiempos. “Soy conocida porque hay una novena o viene un aniversario y siempre me buscan a mí”, confesaba con una sonrisa Rosario en el documental.