Empezó jugando de punta y en cinco minutos se hizo notar, convirtiendo con un toque corto dejando sin chances al arquero brasileño Aurelio Rigger. Su influencia fue creciendo en tal medida que el técnico rival decidió cambiar su marca, sacó a Matus y metió a Zanini. Su tarea se opacó cuando Brasil le tiró el camión de la experiencia a su entusiasta selección. Sin embargo, nunca dejó de pelear todas y hacer trabajar a destajo al otro arquero brasileño Eduardo Souto, que había reemplazado a Rigger al promediar el período inicial. En el segundo tiempo, después del aluvión inicial de los sudamericanos, estuvo unos minutos en el banco y cuando volvió lo hizo para jugar más retrasado. En su panorama y velocidad mental empezó a cambiar el partido. Su pique corto abrió grietas en la defensa rival y su precisión fue clave para alimentar a Saraiva que hizo explotar las redes del arco brasileño. Mozambique es un equipo simple y solidario que tiene en Rodrigues a una de las figuras del torneo.
