�La figura ecuestre del expresidente y comandante de la expedición militar contra el indígena que poblaba la Patagonia, Julio A. Roca, emplazada en el Centro Cívico de Bariloche, se convirtió en las últimas décadas en eje de debate ideológico y político, y en blanco de repudios.
Cada 12 de octubre, antes denominado Día de la Raza y desde 2010 Día de la Diversidad Cultural, que recuerda la fecha de llegada de Cristóbal Colón a América, la estatua se convierte en el emblema principal del genocidio indígena, el avance europeo sobre el poblador originario y del desplazamiento del habitante preexistente al Estado nacional.
La palabra “asesino” es la que más suelen pintar los manifestantes en la imagen de bronce y su pedestal, por lo que en los últimos años, la figura se tapa con una manta blanca, adquiriendo una presencia grave y fantasmal.
Desde la recuperación de la democracia se plantearon varios debates en torno a las propuestas de su traslado, pero la declaración de Monumento Histórico Nacional requiere una ley de la misma jerarquía para cualquier modificación.
El 12 de octubre de 2012, una acción de repudio llegó más lejos.
En una protesta de una cooperativa obrera contratada por la Municipalidad para obras pequeñas adhirieron al repudio indígena contra Roca y, amarrando la estatua con sogas, intentaron derribarla. Estuvieron muy cerca de hacerlo y el intento fue impedido por la Policía.
