Empecinados, algunos todavía arremeten con dos o tres hojitas escuálidas, salidas de la corteza misma. Otros no tuvieron tanta suerte: como esqueletos, se yerguen entre sus hermanos todavía vivos, en medio del predio que ocupa el vivero provincial Torti, detrás del Hogar de Ancianos. Son los ejemplares de alcornoque, un árbol bastante raro para San Juan, que forman un bosquecito cada vez más raleado porque los vecinos que habitan en las cercanías los están cortando para usarlos como leña.

"Es increíble, porque esta debe ser la peor madera para prender un fuego", se admiró Leopoldo Márquez, encargado de los viveros forestales del Gobierno. "Pero como la gente no sabe, viene y los corta para leña. Es una pena, porque cuesta mucho que se den y este bosque debe ser una de las pocas reservas que hay en la provincia: de aquí salieron todos los ejemplares que hay en Calingasta, en Caucete y en otros departamentos", agregó.

Aunque no sirve para leña, el alcornoque es una especie noble. De su corteza se extrae el corcho, material muy utilizado para tapón de botellas y otros envases de vidrio, entre otros usos (ver infografía). Sin embargo, quienes transitan a diario por el bosquecito del Vivero Torti parecen ignorar el valor de estos árboles y de otros que sucumben al hacha casi a diario. "Se llevan los plantines o simplemente los rompen. Si fuera que los van a usar para algo, pero simplemente los sacan de donde están y los dejan tirados", se lamentó Márquez.

Los árboles y plantines no son lo único que sufre el embate de los oportunistas en el vivero. Según contó el encargado, hace poco construyeron con caña una estructura para realizar un umbráculo, especie de invernadero para plantar en su interior, y no sobrevivió a las primeras 24 horas. "Lo terminamos a la mañana y a la tarde, cuando volvimos, ya se habían llevado hasta las cañas", graficó.

El vivero, una extensión de casi 30 hectáreas ubicada entre la Avenida Benavídez y los nuevos barrios inaugurados en Chimbas, como el Marquesado I y el 22 de Abril, no tiene cierre perimetral. En el mismo predio funciona el PROCEM, organismo que sí ha conseguido poner límite a los saqueos con un alambrado olímpico que evita intrusos. "El vivero es el paso obligado de la gente que vive en los barrios. Como no está cerrado, atraviesan por cualquier parte y en su paso, rompen y se llevan todo. Y no podemos poner un policía todo el día. La solución sería cerrar el perímetro, para que nadie más pueda pasar", explicó Leopoldo Márquez.

Del bosquecito de alcornoques original ahora queda casi la mitad. Como está ubicado en el extremo del predio, es difícil de controlar. "Los plantines los estamos poniendo cerca de las oficinas, porque así están un poco más protegidos. Pero con los árboles es una historia de nunca terminar. Nosotros presentamos un proyecto para hacer acá un jardín botánico y de esa manera, empezar a enseñarles a los chicos que los árboles se cuidan. Creo que esa sería una forma de que esta depredación se termine, antes que no queden más árboles", aseguró el profesional.