En fútbol, las circunstancias fortuitas pesan, un rebote puede cambiar todo. Y algunos errores pasan facturas que se lamentan luego porque interiormente se sabe que se podría haber jugado mejor. Que se esta para más y que la derrota de anoche en Avellaneda tuvo escaso mérito de Independiente y mucho demérito de San Martín que jugó mal en el primer período y en el segundo no pudo variar el resultado adverso aunque lo intentó.

Hasta el gol de Independiente, ocurrido sobre los 20 minutos, los únicos acercamientos logrados por los locales habían sido un tiro libre de Ferreyra que se fue desviado a los 5 minutos y un remate de media distancia de Pellerano que rebotó en Landa y se fue al corner.

En realidad, hasta la apertura del marcador, San Martín había logrado el objetivo de controlar al equipo local. Bien parado y con sus dos líneas de cuatro bien complementadas, las intenciones de Independiente morían antes de nacer. Incluso, la opción más clara había sido de San Martín, cuando Carrusca no pudo conectar con precisión un centro largo enviado por Bogado desde la derecha.

Pero a los 20 minutos, Pellerano conectó un rebote de una pelota profunda que había ido a buscar el colombiano Pérez y que rechazaron los centrales Verdinegros, quienes le protestaron al árbitro Pablo Díaz, que la pelota no había salido del área porque se había frenado en la mano del punta local.

De ahí en más, fue otro partido. Los locales se tranquilizaron y encontraron algunos espacios que dejaban los volantes sanjuaninos cuando se adelantaban con más ganas que ideas tratando de buscar una igualdad que se alejaba producto de la falta de precisión en los metros finales. Graf y García jugaron demasiado de espaldas. En ese devenir intrascendente, Independiente fue agrandándose y después de un desborde de Cabrera a Emmanuel Mas, cuando se cumplían 41 minutos, el centro del volante Rojo rebotó en Cantero quien venció por segunda vez el arco defendido por Pocrnjic.

El segundo tiempo empezó como el primero, con el arquero Verdinegro a los revolcones tapando un remate de Pérez. Pero a los 8 minutos, en el primer ataque coordinado del equipo sanjuanino, Graf le quemó las manos a Gabbarini y García de cabeza conectó el rebote para descontar.

Garnero decidió enviar a la cancha a Poggi y Roberval, sacó a los dos carrileros -Bogado y Carrusca- que volvieron a tener un opaco desempeño y consiguió que el partido cambiara. El brasileño comenzó a desequilibrar con su potencia y con su habilidad y exigió en tres ocasiones al arquero local. Independiente cerró filas y San Martín se lo llevó por delante. En la movilidad y habilidad de Poggi encontró la llave que obligó al técnico de Independiente a colocar más jugadores defensivos. Entraron Godoy para dar una mano en la mitad de la cancha y Galeano para frenar el aluvión sanjuanino que ponía en peligro el triunfo que finalmente quedó en su casa. Demasiado premio para esta versión opaca de Independiente y, también, demasiado castigo para un San Martín, que como en La Plata, se despertó tarde.