Los papás saben de antemano que el trastorno que sufren sus hijos no tiene cura. Pero sí una posibilidad de mejora “prácticamente del 100 por ciento´´, aseguran quienes lo van comprobando día a día de la mano de la estimulación, el afecto, la paciencia, el consejo de los profesionales, en algunos casos los medicamentos (dicen que no todas las personas tienen el efecto esperado con una pastilla o una gotita) y hasta a veces la alimentación (según cuentan una de las últimas líneas de investigación, como el protocolo Yasko realizado por la médica estadounidense Amy Yasko, fundamenta que algunos alimentos como las harinas, el azúcar y la leche han sufrido alteraciones genéticas y mutaciones que afectan al ciclo de metilación del niño, asociado a la mayoría de los problemas detectado en personas autistas).

Por supuesto, cada caso es diferente y es complicado generalizar.

Lo cierto es que el TGD no es un combo de enfermedades contagiosas. No se sabe si son trastornos congénitos o adquiridos, aunque se supone que hay cierta predisposición genética. En 1994 se llegó a la conclusión que como Trastorno Generalizado del Desarrollo se incluye a un espectro de dificultades como el Síndrome autista, el Síndrome de Asperger, el Síndrome de Rett, el Trastorno desintegrativo de la infancia, el Trastorno generalizado del desarrollo no especificado, caracterizados por alteraciones para comunicarse (tanto en lo verbal como en lo no verbal), para relacionarse con los demás y la repetición de conductas, entre otros síntomas. Es decir que la realidad y la reacción a los estímulos está apenas alterada respecto del resto, lo que no quiere decir que no puedan integrarse en escuelas comunes, con un acompañamiento, por supuesto.

“Está comprobado que entre el 95 y el 97 por ciento no es producto de fallas neurológicas o daños cerebrales. Hay que tener en cuenta que cuánto antes se diagnostica el trastorno, es mejor. El drama es que hay mucho desconocimiento profesional al respecto y se tarda más de lo debido para dar un panorama inicial para comenzar con un tratamiento certero. En la mayoría de los casos que conocemos tuvieron que irse de San Juan para poder obtener los primeros resultados´´, coinciden los papás que aspiran también a la capacitación de los profesionales médicos, de maestros y directivos para dar una mejor respuesta a estos chicos. Además sueñan con no tener que buscar asesoramiento en Córdoba o Buenos Aires -con los inconvenientes que esto genera- sino encontrar el diagnóstico en San Juan, dado que con una resonancia magnética, un electrocardiograma y un par de estudios más se puede conocer la realidad neurológica de cualquier persona.