San Juan, 26 de agosto.- Los olores nauseabundos, la falta de limpieza, la desorganización, las pocas horas de atención en la parte administrativa y los robos en el cementerio de la Capital, entre otras desprolijidades, ya son parte del pasado. En febrero de este año hubo modificaciones en la conducción y los cambios comenzaron a notarse.
Hace seis meses asumió Carlos Lambrechts y se ocupó de reorganizar la necrópolis capitalina, realizando un lavado de cara al cementerio. Y si bien, aún quedan muchas cosas por hacer, los cambios comenzaron a notarse.
Familiares de los fallecidos que permanecen en el cementerio se quejaban frecuentemente por los olores que podían percibirse en la mayoría de las galerías y también por los cajones que se reventaban y comenzaban a derramar líquidos. Algo que en la actualidad es poco frecuente porque Lambrechts determinó que todos aquellos cajones que estén en mal estado sean supervisados por sus allegados para realizar las correspondientes mejoras. El director del cementerio explicó que ese es un tema que no se soluciona de un día para el otro, ya que hay que llamar al familiar del difunto y constatar si éste se encuentra interesado en realizar los trabajos para solucionar el problema. En consecuencia, a “aquellos que se les avise y no cumplan con lo establecido se le realiza una demanda judicial”, aseguró Lambrechts.
Otro motivo de quejas fue la falta de limpieza en el lugar. Se pudo observar durante años que los tachos destinados para la basura estaban colapsados y se vaciaban cada varios días. Pero ese aspecto también mejoró y en la actualidad los residuos se descargan cada dos días (martes, jueves y sábados). Las galerías llenas de tierra y con flores en el suelo también son parte del pasado, ya que la nueva gestión implementó un sistema por el cual los pisos permanecen limpios durante gran parte del día.
Con respecto a la parte administrativa, antes los empleados trabajaban sólo por la mañana, pero ahora, esa misma cantidad de personal también desempeña sus tareas por la tarde para brindar una mejor atención a los usuarios y tener un mejor control del cementerio. Por eso también cada uno está identificado con una tarjeta en el costado de su pecho.
Uno de las desprolijidades que tal vez más reclamos tuvo años anteriores, fueron los robos de objetos en nichos y mausoleos. Los vándalos sacaban floreros, puertas de nichos, placas de todo tamaño, y demás elementos, y las dejaban ocultas en otros mausoleos y escondites secretos. Pero eso también cambió. Lambrechts asumió y mandó a revisar y a fotografiar todos los sectores de la necrópolis. Encontraron una importante cantidad de placas, puertas y floreros guardados que habían sido robados y esperaban para ser comercializados, dentro y fuera del cementerio. La nueva conducción tomó registro de los propietarios de los elementos y enumeró uno por uno. Luego dio aviso a los usuarios mediante panfletos ubicados en la entrada del cementerio y ya han sido devueltas más de 300 placas y más de 100 puertas de nichos a sus dueños.
La seguridad y el orden son la premisa de la nueva gestión. Hay un policía las 24 horas, es decir, tres uniformados distribuidos en turnos de 8 horas. También por la noche trabaja un sereno. Esto implica que la cantidad de hurtos haya disminuido a cero.
Lambrechts también implementó un sistema que consiste en que si una persona debe realizar un arreglo en algún sector, debe pedir permiso y ser autorizado por la administración para ingresar con algún trabajador a hacer alguna refacción. Lo que significa que ningún extraño ingrese con la intención de robar y de comercializar ahí mismo lo sustraído. Al respecto, el director manifestó que “con los robos de floreros no se puede hacer nada, porque la gente se mete en los bolsillos y no se puede estar revisando a todos”.
También se duplicó la cantidad de focos y fluorescentes, con el objetivo de que todos los sectores se encuentren iluminados durante las 24 horas. Parquizaron todos los canteros que antes sólo tenían tierra y basura. Colocaron carteles para identificar cada tumba histórica, como la de Domingo Faustino Sarmiento, la de políticos reconocidos y demás personas de renombre cuyos cuerpos se encuentran enterrados en esa necrópolis. En la administración se colocó Wi-fi y pizarrones para que los empleados estén en permanente comunicación.
Cuando este diario realizó aquel relevamiento a fines de 2010, la mayoría de los surtidores perdían agua y, en consecuencia, generaban lagunas que en verano son grandes focos de dengue. Precisamente para evitar esta especie de mosquito es que la nueva dirigencia del cementerio reparte en la entrada del mismo, de manera gratuita, bolsitas con arena para colocar en floreros en reemplazo del agua, para no generar nuevos focos.
Lambrechts también se encargó de tapar con ladrillos y placas todos aquellos nichos que han sido “olvidados”, porque según argumentó, “no pueden haber nichos abiertos, por eso comenzamos a tapar todos los que estaban abiertos, ya sea con ladrillos o con placas”. Cada espacio tapado con ladrillos está señalizado. Los que están ocupados tiene una letra “O” marcada con cemento y los que están vacíos una letra “V”.
Al finalizar el recorrido por el cementerio capitalino, Lambrechts contó mientras mostraba su despacho, en el que lleva un control de todos los empleados según la tarea que desempeña y el sector que tiene designado, que “siempre las quejas van a existir, pero no son muchas, al menos desde hace seis meses. Siempre se trata de dar una solución a los problemas de la gente”, culminó el director.
