‘Lo hagamos un poco más hondo, así no tenés problemas más adelante’, le dijo Raúl Luna (50) a su hijo Mario, desde el fondo de un pozo que ya tenía más de 3,5 metros. Pero poco pudo seguir. De pronto la tierra empezó a ceder y el fondo de esa casa de la Villa San Patricio, Chimbas, arañó la tragedia. El desmoronamiento del pozo negro en el que trabajaban dejó atrapado a Raúl y sus dos hijos, Mario y Carlos, se salvaron milagrosamente al lograr saltar. Luna quedó aprisionado por piedras y tierra desde la cintura hacia abajo y el rescate duró 3 horas 20 minutos, un proceso lento debido a que tuvo que ser el propio afectado quien con una cuchara y un balde sacó el material que lo apretaba. Esto, debido al poco espacio disponible para que pudiera trabajar Bomberos y el riesgo de derrumbe. Raúl sólo sufrió un traumatismo en el tobillo y un cuadro de deshidratación.
El desmoronamiento se produjo sobre las 12,30. Ya hacía dos horas que el hombre trabajaba con sus hijos en ese pozo negro que le iba a permitir a Mario y a su familia no pedirle más el baño a su suegra, pues ocupan una piecita en el fondo de la vivienda. ’Ya casi estábamos terminando y mi papá quiso cavar un poco más. Ahí nomás se abrió la tierra, se cayeron las tablas que sostenían el torno y con mi hermano Carlos logramos saltar. Mi papá quedó abajo. Fue un momento desesperante’, relató Mario.
Cuando llegó Bomberos, atravesaron un palo y montaron un aparejo para pasarle un arnés a la víctima. Pero al no tener espacio, fue Raúl quien tuvo que empezar a sacar tierra. Tardó entre 75 y 90 segundos en llenar cada balde y trabajó constantemente durante horas, hasta que logró liberar sus piernas. Entonces, los efectivos traccionaron y pudieron sacar al hombre, quien es vendedor ambulante en el centro. ‘Estoy bien, fue un susto. Se me vino la tierra encima pero no pasó nada’, dijo Raúl mientras era asistido. ‘Fue una desgracia con suerte, pudo haber quedado tapado completamente porque el pozo era muy profundo’, dijo aliviado Marcelo Heredia, jefe de Bomberos.

