Mañana es el gran día, la prueba de fuego, y al estrés típico del inicio del ciclo lectivo, se suman las emociones y las dudas luego de casi un año sin clases. Silvia Pugliese, doctora en Psicología y ex psicóloga del Servicio de Pediatría del Hospital Guillermo Rawson, hizo su balance entre el año que pasó en pandemia y el ciclo escolar en ciernes. "Venimos de un año en donde el proceso en el que niños y adolescentes necesitan para afianzar su confianza con el mundo más allá de su familia, se vio alterado y en el caso de la escuela en particular, se quedaron sin los vínculos propios de este entorno que son fundamentales para su desarrollo personal", dijo la profesional.
Es así, y según la psicóloga, que el impacto terminó para muchos en angustia, incertidumbre y miedos: niños con dificultades para dormir, llanto, regresiones, falta de atención, temores nocturnos. Adolescentes mucho más rebeldes en el caso de los más grandes, aburrimiento, apatía y tristeza. Sin dudas un desbalance desde lo emocional con el que los padres tuvieron que lidiar además de sus propias preocupaciones. "A esto se le agrega la pérdida de rutina de sus actividades, no es lo mismo hacer las tareas con la mamá que hacerlo con la señorita, además de las actividades extraescolares con espacios diferenciados a su mundo familiar", dijo Pugliese.
Con esta experiencia a cuestas, la recomendación para el inicio de clases es la organización e ir incorporando en forma paulatina los hábitos escolares en esta nueva normalidad. Esto es participar en forma conjunta en la reorganización de horarios, preparar uniformes y útiles, además de charlar en familia sobre un retorno que tendrá características diferentes a lo que estaban acostumbrados. Es decir, anticipar que los recreos ya no serán como antes, que no podrán sacarse el barbijo y que deberán respetar el protocolo; en el caso de los más chiquitos, que no podrán compartir la merienda ni los útiles escolares, entre otros aspectos que integran la realidad actual. Para Pugliese, a pesar de las inseguridades que esta situación puede generar en muchos padres, hay que destacar que la escuela es el entorno privilegiado para que los niños y adolescentes aprendan a convivir con la pandemia y a relacionarse con los nuevos parámetros de prudencia que requiere este nuevo presente.
CLAVES
Transmitir seguridad: Hablar con los hijos sobre este regreso y las actuales condiciones con las que se encontrarán. Explicar que debe ser de forma cuidada y que cuenta con recursos para evitar contagios, como lavarse las manos, usar barbijo, ponerse alcohol en gel.
Retomar rutinas: Esto es ajustar horarios sobre todo la hora de dormir para estar descansados al retorno, limitar uso de pantallas, definir responsabilidades como preparar sus mochilas con útiles escolares, el uniforme del colegio, materiales y todo lo que el alumno necesite.
Comunicación: Transcurridos los primeros días de clases, intercambiar opiniones sobre cómo fue la experiencia, qué les llamó la atención, qué les gustó y que no. Esto permitirá ir evaluando cómo se sintieron y de que manera se da la adaptación en el retorno.
¿Y si no quiere ir?: Más común en los pequeños. Identificar cuál es el motivo, escuchar qué les preocupa o no les gusta para ser más persuasivos con la información y las argumentaciones que se les den y así averiguar qué se requiere para romper esa resistencia.
En la escuela: Como espacio de contención, en la escuela será necesario trabajar el tema de la pandemia intercambiando experiencias para que los chicos pongan en palabras cómo vivieron el año pasado y que esperan de éste, más aún cuando puede haber casos de quienes perdieron un ser querido.
Paciencia: Será el requisito fundamental para los padres. Resolver la situaciones del nuevo ciclo lectivo con tranquilidad y acorde cómo se vaya presentando para reducir la ansiedad. La vuelta a clases ya no es como se había conocido y será un aprendizaje para padres, maestros y alumnos.